"Cepi", un pediatra gigante
Madrid
Alguien dijo hace tiempo –y con razón- que en España se entierra muy bien. Que una persona a la que hemos puesto a parir, basta que muera para que todo se convierta en alabanzas. Y es verdad; ocurre sobre todo con personajes de gran relevancia pública, ya sea de la política, de la cultura, de la economía… no importa, le damos a todo. Pero puede suceder también lo contrario, y creo que entonces también tenemos que destacarlo.
Porque hay personas, que a lo mejor no salen en la tele, ni son famosas, ni tienen miles de seguidores en Instagram, pero que generan a su alrededor una atmósfera vital, un buen rollo, dejan un rastro tan sano por donde pasan… que no queda otra que sonreírles en vida; y llorarles cuando se van. Hoy les quiero contar la historia de un médico que era exactamente así. Se llama –se llamaba- Antonio Cepillo y era pediatra en Albacete, donde –por cierto- coincidió con Iniesta, porque además de curar niños también le daba al balón. Al final él también ha sido galáctico, pero por otros caminos.
Hace tiempo que “Cepi” había enfocado sus esfuerzos hacia un colectivo muy concreto: los niños enfermos de cáncer. Y ahora, a los 36 años, él ha muerto precisamente de esa enfermedad. ¡Cómo será el recuerdo que deja! Que a esta hora ya se han recogido casi 20.000 firmas para que le pongan su nombre al Hospital de Albacete. Pero creo que otra forma de recordarle, de rendirle homenaje y de darle las gracias, es reivindicar la figura del pediatra, de la pediatra, de la pediatría. Esa especialidad tan querida por la gente que estudia medicina pero tan maltratada después hasta el punto de que faltan casi 2.000 plazas por cubrir en la sanidad pública.