

Jonas Jonasson: "Yo no podría sobrevivir sin humor"
Ficción para analizar la realidad. El escritor y periodista sueco a través de sus personajes trata temas de actualidad y política internacional. 'El abuelo que saltó por la ventana y se largó' o 'El abuelo que volvió para salvar el mundo' son algunos de los títulos que le han colocado entre los primeros puestos de ventas

BREZO CRIADO SANTOS
Desde Suecia y con varios éxitos literarios cosechados, el escritor Jonas Jonasson se ha reunido con Macarena Berlín para hablar de los orígenes de su escritura. El abuelo que saltó por la ventana y se largó fue de los primeros títulos que auguraron una carrera prometedora de este periodista retirado.
Bajo la influencia musical de Mozart o Schubert, Jonasson ha continuado la narración de Allan Karlsson, un anciano que desde la orilla de las paradisíacas playas de Bali en la celebración su 101 cumpleaños, emprende una misión política para restaurar el orden mundial. "Prometí que Allan Karlsson no tendría una novela más y obviamente mentí. Ahora tocaba hablar de la actualidad", puntualiza su creador.
La secuela, El abuelo que volvió para salvar el mundo, desarrolla su trama entre Norcorea, Estados Unidos y el corazón de Europa, "no es casualidad ni la elección de los puntos calientes del globo terráqueo, ni que Kim Jong-Un, Trump y Merkel coincidan", explica Jonasson.
Su narrativa destaca por su habilidad para saltar de la ficción a la realidad, siempre presidiendo el uso del sentido del humor. "Yo no podría sobrevivir sin humor, el mundo tiene que tener una distancia sobre sí mismo para poder verse desde otro punto de vista. Sin esa distancia y sin el humor no sería posible. El humor y la distancia sobre uno mismo es la solución para todo", finaliza.
Jonas Jonasson dejó su carrera como periodista y productor televisivo para dedicarse por entero a una novela que había deseado ponerle comienzo durante toda su vida. "Cuando me preguntan cuánto tardé en escribir la novela, siempre respondo lo mismo: 47 años. Es la experiencia de mi vida".
El escritor sueco, alejado de la tradición de su país que aboca a todo escritor a consagrarse a la novela negra, dice sentirse muy feliz: "digamos que me di cuenta de que no era un autor civílmente deprimido", bromea. Lo único que lamenta es no haberse sentado a escribir antes, "me dedicaba a un periodismo muy superficial y frívolo".
