Un libro monumental

Madrid

Nos ha escrito el novelista estadounidense Don Winslow la tercera parte de una trilogía que no sólo es la mejor de la serie, sino que le ha llevado mucho más lejos de donde la empezó. A muchos nos impresionó hace ya años El poder del perro, esa crónica exhaustiva y brutal de las primeras décadas de la guerra contra la droga. Quizá nos convenció algo menos la segunda parte, El cártel, aunque mantenía un buen nivel y tenía pasajes magníficos, como la defensa de aquel viudo del rancho donde vivió con su esposa y que le querían quitar los narcos. Pero en esta tercera parte, La frontera, Winslow ha hecho algo más que un relato de los últimos años de esa guerra delirante y fallida, incluido el reciente episodio de la epidemia de adicción a la heroína que está arrasando los barrios pobres de Estados Unidos. Con hechuras de clásico, una prosa a veces telegráfica pero siempre poética —que se aprecia mejor en el texto original en inglés—, y recursos que recuerdan al mejor Cervantes —como esa novela ejemplar del niño que viaja desde el vertedero de Guatemala hasta Nueva York—, el autor entrega una novela total y monumental. La frontera es una novela política, como todas las que tienen alguna sustancia, que no sólo encierra una bofetada contra esa mirada obtusa que representan el trumpismo y sus imitaciones, sino un verdadero tratado sobre el dolor: el que provoca la droga, pero también el que conduce a consumirla, el mal absoluto y primero que nadie aborda en una guerra condenada así al fracaso.