La despedida a Rubalcaba
La despedida institucional y popular a Rubalcaba ha dejado claro que España
sigue reconociendo como méritos la solidez política y la búsqueda de acuerdos, mucho más que las promesas fáciles, la frase viral y el politiqueo
La despedida a Rubalcaba
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Comienza la primera semana en la que muchos políticos, representantes de las instituciones o periodistas españoles ya no podrán llamar a Rubalcaba para analizar con él lo que nos pasa. Su despedida, la del hombre de Estado y la del político inteligente y cercano, ha resultado ser una especie de bálsamo en este tiempo político tan áspero.
Hoy volvemos a la batalla pero algunas cosas han quedado claras este fin de semana, aunque no se vaya a notar en el corto plazo porque estamos en medio de una campaña electoral. Mal momento para la sutileza.
La despedida institucional y popular a Rubalcaba ha dejado claro que España no ha cambiado tanto en estos últimos años, que sigue reconociendo como méritos la solidez política y la búsqueda de acuerdos, mucho más que las promesas fáciles, la frase viral y el politiqueo. No, no nos hemos vuelto locos como sociedad. Seguimos apreciando y diferenciando la política que, con aciertos y errores, ayuda a progresar y convivir y la política que simplemente dividie y tensa.
Se llama salud democrática, y los españoles, tan dados a fustigarnos, debemos ser capaces de reconocernos también lo que hacemos bien.