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Albert Serra escandaliza a Cannes con su cruising en 'Liberté'

El director catalán ha presentado en el Festival de Cannes, 'Liberté', una propuesta atmosférica sobre el sexo y el deseo que se ambienta en el siglo XVIII

Photocall for the film "Liberte" in competition for the category Un Certain Regard - Cannes, France, May 18, 2019 / ERIC GAILLARD (Reuters)

Photocall for the film "Liberte" in competition for the category Un Certain Regard - Cannes, France, May 18, 2019

Cannes

Es la tercera vez que Albert Serra viene al Festival de Cannes. Aquí ha traído Honor de cavalleria, La Muerte de Luis XIV y Liberté, su última película. Se trata de una propuesta atmosférica, envolvente y provocadora donde todo el rato hay sexo. crusing, es decir, sexo al aire libre, en una historia que cuenta la huida de un grupo de nobles franceses a Alemania para implantar el libertinaje, pero con un importante mensaje social.

El sexo igualador de las clases sociales, dice el director que ha arriesgado con la propuesta. Serra es un autor inclasificable, que ha traído muchas de sus obras a este certamen que casi lo ha adoptado como francés. Por tanto, es uno de los creadores más mimados de este certamen por el que ha pasado ya en tres ocasiones. En la proyección hubo de todo, aplausos, abandonos y la presencia y apoyo del ministro de Cultura que aguantó hasta el final.

¿Cómo lidias ser uno de los niños mimados de Cannes?

 A veces ser niño mimado no es culpa del niño, es culpa de los padres. Yo no sé, hago películas y a lo mejor porque conectan con una estética del cine contemporáneo más internacional, pues conectan con el festival.

¿Qué es Liberté?

Nos sé lo que es la película, trata a partir de Una historia que parece inofensiva, del siglo XVIII, en el contexto del libertinaje clásico, de las novelas del dieciocho, una cosa inofensiva de una gente que quiere raptar a unas novicias y no saben para qué, pues se transforma en esto. Una ficción extraña donde el tema del dedo su arbitrariedad, sus fricciones, la insatisfacción eterna, ese tema tan del siglo XX, freudiano, ese fondo que dictamina de una manera inconsciente tanto nuestra conducta, aquí está en primer plano y es el tema de ella película. Hecho quizá con bastante originalidad porque ese una ficción que se transforma de una manera extraña sin moverse de sitio con personajes como una ficción tras contemporánea. No sé por qué pero las actitudes son cada vez más contemporáneas. No sabes muy bien delante de qué tipo de imágenes estás. Eso para mí es muy importante. No entiendes eso, no entiendes la naturaleza de esas imágenes y eso me interesa mucho y creo que puede definir el cine del futuro. No sé, me ha salido esto y es verdad que hay imágenes un poco más escabrosas, pero bueno, si tocas este tema, algo tenía que haber.

Liberté fue antes una obra de teatro y hasta hace unos días una instalación en el Museo Reina Sofía en Madrid, ¿qué cambia en la película? ¿Qué aporta la narrativa del cine?

La obra de teatro es texto y se hizo durante la Berlinale y veía mucha gente del cine y me decían que por qué no lo llevaba al cine. Es un poco lo que hacemos en la película, jugar con el punto de vista. Nunca sabes quién mira, quién te interpela, si se exhiben unos a otros, si te miran a ti. Es un poco también lo del Reina Sofía, en medio de dos pantallas y había una apuesta inmersiva. Aquí algo de esto hay entre este ir y venir de dos puntos de vista; pero también hay frontalidad, alteridad. Eso lo da la pantalla y te interpela de otra forma. Creo que esta vez es todo un poco más crudo, lo otro era más sensual, de hecho, no había historia ni diálogos, más allá de la atmósfera de estar dentro de una escena concreta. Aquí hay algo así, pero también algo desagradable. Es el tema del deseo, de su arbitrariedad del deseo.

Decías que es una película contemporánea, ¿en qué sentido el deseo sigue siendo un tabú hoy?

Es esto, cómo la fricción de los cuerpos que hoy en día tanta polémica tener, como el Me Too. En lugar de generar una armonía natural, genera unas fricciones difíciles de resolver, porque el deseo todo el siglo XX. Lo ha visto de esta manera. La idea de esta área de cruising que todo lo nivela, no hay ricos, ni servidores, ni maestros, ni ricos, ni pobres, ni guapos ni feos, ni gente con miembros vigiles grandes o pequeños. Hay una nivelación y de que no hay no olvidarse de uno mismo y del deseo. eStá en los clásicos del siglo XX, de la generosidad de dar aunque sea desde la insatisfacción permanente. Y esta atmósfera que tiene momentos extraños también de la libertad de la ficción. Está hecho con honestidad, no pretendo agradar al público, pero también me parece ridículo molestarlo. Está hecho con la honestidad de no pretender nada. Son películas muy bien hechas que no son escolares.

¿Es una película contra la corrección política?

No, ni siquiera eso. No hay ningún tipo de relación de lo que piense la gente. En el rodaje había una mezcla de actores profesionales, gente de Facebook, técnicos haciendo de actores, había esta mezcla de buen ambiente, aunque sin tensión no se consigue nada y por el tema del pudor, pues había cierta tensión. Aunque así es la idea de crear algo íntimo, el lado íntimo de lo contemporáneo. Cuando estás en una ficción histórica si no hay algo íntimo no funciona. Mi trabajo es generar atmósferas.

Liberté se muestra en Una cierta mirada, la sección paralela de Cannes donde están las obras

No me corresponde a mi juzgar lo que hacen con as películas. Yo tengo una máxima que es a mí me gusta la gente a la que le gusto, y a veces ni a sí. Si a la gente les gustan mis películas y Cannes quiere compartirlas, adelante. Es verdad que por la propia dificultad formal de la película, por lo escabroso, quizá es una película que está mejor vista y protegida en la sección Una cierta mirada; pero tiene una maestría de puesta en escena y de actores que podría estar en cualquier sección.

El ministro de Cultura estuvo en el estreno en Cannes y parece que le gustó tu película…

Era su obligación. Pero es un hombre que ha estado al frente del Museo Reina Sofía y la Casa Encendida, es un hombre que está muy curtido con todo tipo de imágenes y de propuestas. No sé si le gustó o no, pero seguro que le interesó. Para eso se hace, es lo que cuenta, tampoco para gustar ni para disgustar, sino para ver cosas diferentes y atmósferas de cine inéditos, que no se han visto nunca antes.

Decía Almodóvar que él es un director franco español, ¿tú cómo te defines?

No sé. He hecho muchas películas en francés y en Francia, pero no sé. Tenía siempre un interés muy grande por la cultura francesa, por la literatura y la historia sobre todo. Pero al mismo tiempo de carácter no me siento nada francés. No es tan importante. No importan los temas de las películas, sino la manera de hacerlas. No es una cuestión de sentirse sino el compromiso con tu propio trabajo y tu obra, que crea casi un país que eres tú mismo, con tus coordenadas formales. De hecho, cuando muchos directores cambian de país y vienen a Francia a rodar, hacen su peor película. Almodóvar es muy inteligente en ello. Yo como desde el principio crucé ya estoy curado en este tema. La propia idiosincrasia no hay que perderla, es un activo, que al menos, da carácter. Es importante no domesticarse.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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