'Juego de Tronos' se pasa a la realpolitik en un final sin épica
La serie, que ha hecho historia de la televisión, se despide tras ocho temporadas cerrando las tramas de los personajes en un final donde la reflexión política ha vuelto a acaparar la trama
Cannes
Juego de Tronos es muchas cosas. De ahí el éxito de público y crítica que ha logrado una serie de HBO, la cadena de prestigio por excelencia en Estados Unidos. Fue su producto mayoritario, basado en las novelas de George R. Martin, con dragones, brujas, caminantes blancos, tramas que bebían de las mejores telenovelas, actores desconocidos que han creado un nuevo fenómeno fan y una disertación sobre el poder, su consecución y sus consecuencias.
En España el éxito de la serie coincidió con la crisis económica, política y social y también con el surgimiento de nuevos partidos, más jóvenes, y nuevos debates sobre la llegada al poder. Se empezaba a hablar de relato político, de estrategia, de guerra de posiciones, de cultura entendida a la manera gramsciana. Precisamente el relato ha sido el argumento del personaje Tyrion Lannister para conseguir un rey de consenso: Bran el Tullido.
El capítulo final de todos los finales nos ubica en lo que ocurre después de la batalla. La política es ahora la continuación de la guerra o una manera de evitar una nueva. Danarys de la Tormenta ha ganado. Ha arrasado Desembarco del Rey con todos dentro, mujeres, niños, soldados. El personaje de la mujer llamada a liberar a todos los esclavos, a todos los que clamaba justicia e igualdad lo ha hecho con mano dura, con la misma de un dictador totalitario. Las escenas de soldados, los grises y las banderas rojas y negras no auguran nada bueno. Lo que parecen olvidar la serie y sus personajes es que cualquier rey que se haya sentado en el Trono de Hierro ha obrado de la misma manera. El pueblo es una excusa, no un objetivo. Es el problema que tienen las dictaduras, las monarquías y algunas democracias que se pierden en el camino.
Decía Maquiavelo que un gobernante tiene que hacer lo posible para mantenerse en el poder y lograr el beneficio de su Estado y que las condiciones religiosas o éticas no ayudaban a este fin. ¿Cuál es el límite? ¿Qué diferencia hay entre que un dragón abrase tu pueblo o que una reina te exponga delante de los ejércitos enemigos? ¿Qué es mejor, un rey heredero o un rey elegido por cuatro nobles herederos?
Khalessi ha llevado al extremo prácticas que sus consejeros celebraban en otros momentos. Acumuló poder temporada a temporada para acabar con la esclavitud. Una noble tarea que a veces tuvo que lograr con ejercicios de violencia, como matar a los amos de Astapor o a los escavista de Mereen. Ahora es eliminar a aquellos que sigan defendiendo a Cersei, incluso si haciéndolo hay daños colaterales, ese eufeminos que gobiernos tan democráticos como los Estados Unidos de George Busch utilizaron para justificar las muertes de Irak.
Ahora empiezan a cuadrar algunas escenas de temporadas anteriores, como esta:
- Tyrion Lannister: Es un sueño hermoso detener la rueda. No sois la primera persona que sueña con ello.
- Daenerys Targaryen: No voy a detener la rueda, voy a romper la rueda.
Al final la resolución de la serie, con una corte de niños bien sentados en los tronos de sus respectivos reinos, no es más que un ejemplo de Gatopardismo, movimiento alusivo a la novela de Lampedusa y a la película de Visconti. "Que algo cambie para que nada cambie". Lo que han hecho tantas firmas de paz superficiales en la historia de los Estados modernos. Un ejercicio de pragmatismo y realpolitik que, como en la época de Bismark, evitará la guerra un tiempo, pero no resuelve el conflicto. Así Tyrion, convertido en mano del rey, y Bran, en Rey, no tratan de cambiar un sistema feudal e injusto, machista y castigados.
Continua la Guardia de la Noche, sin mujeres por supuesto. Con el dinero de los impuestos se construirán nuevos burdeles, se dará algo de comer a las masas para que no protesten demasiado, y se crearán nuevos barcos para defenderse de los enemigos; aunque no sabemos quiénes son ellos en este momento. Han ganado los fuertes, los que se llaman a sí mismos los buenos, los hijos de aquellos personajes nobles que murieron por no ser buenos políticos, como Ned Stark o Robert Baratheon.
Se busca ministro de los rumores para seguir controlando la información, tal y como lo hacía Cersei. Luego es solo poner orden a aquellos que pretendían arrasarlo todo. "¿He hecho bien?", pregunta Jon Snow, brazo ejecutor del stablisment a Tyrion tras matar a Khalessi. "Pregúntamelo dentro de 10 años", le responde. Siempre nos quedaremos sin saber si ese mundo nuevo de Khalesi era otra cosa, aunque siempre hubiera tenido la maldición de haberse creado sobre la sangre del pueblo.
Juego de Tronos, la gran ficción de fanasía épica, se acaba y lo hace posicionándose como uno de los fenómenos de la cultura popular más importantes de esta década.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...