Lo mejor del festival de Cannes 2019
El director español Pedro Almodóvar acapara aplausos junto al coreano Bong Joon-Ho y al veterano Terrence Malick
Especial | Lo mejor del Festival de Cannes 2019
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Cannes
Almodóvar podría hacer historia esta noche al lograr la segunda Palma de Oro para el cine español. Solo Luis Buñuel tiene una, la ganó en con Viridiana en el año 61. Dolor y gloria es una de las favoritas, una película que ha entusiasmado a los franceses, veremos si también al jurado, presidido por Iñárritu, con una reflexión sobre el artista y sobre el deseo.
Es la favorita de la crítica, sobre todo de los franceses, por esa la mezcla de ficción y realidad que ha convencido. Almodóvar es alguien muy querido aquí en Cannes, contaba en la rueda de prensa que ha estado varias veces en el festival, pero esta vez era muy importante porque se trata de una película muy emotiva y especial en la que habla de muchos sentimientos y momentos autobiográficos.
Antonio Banderas, que hace esta especie de álter ego de Almodóvar, es también favorito, eso sí, entonces, Dolor y Gloria no podría ser palma de oro, por normas internas de la organización. Banderas llegó al rodaje de esta película después de desavenencias con Almodóvar en La piel que habito y justo recuperado de un infarto, por todo ello se emocionaba ante la prensa.
Quizá la pega que se le puede poner es que no tenga un gran mensaje político en un festival donde todas las películas presentadas, casi todas, muestran una sociedad en pleno declive y desencanto. En el caso de Dolor y Gloria también porque es la importancia de la diversidad sexual en un tiempo donde hay un aumento de la homofobia. también lo trata otra película que ha gustado mucho, Retrato de una joven en llamas de la directora francesa Céline Sciama, una relaicón de amor de dos mujeres que ha entusiasmado por su originalidad y sencillez.
Si seguimos por esa parte de desentrañar mensajes políticos en este Cannes, es importante lo que dice A Hidden life, la película de Terrence Malick. Otro de los favoritos, aunque parece que ha dividido más. Cuenta una historia ambientada en la segunda guerra mundial, en una aldea de las montañas austriacas, donde un granjero decide no apoyar a Hitler. Un retrato abrumador del surgimiento de la extrema derecha y del odio al débil.
El tercer título que suena es Parasite, del coreano Bong Joon-Ho, conocido por haber dirigido películas como Memories of Murder, Snowpierce y Okia, película de Netflix que compitió en Cannes cuando no había guerra fría. Parasite es una mezcla de comedia negra, thriller y drama social que muestra la explotación laboral de trabajadores del hogar. Es una denuncia tremenda sobre la desigualdad y el clasismo, algo que también hemos visto en otro director, un habitual de Cannes, dos Palmas de Oro, por El viento que agita la cebada y Yo Daniel Blake, que ha estrenado su última película, Sorry we Miss You a Cannes
Ken Loach ha hecho la misma película de siempre, muy clásica en el planteamiento, emotiva y buenita con los protagonistas, una familia de clase obrera. Pero tremenda en la denuncia y muy valiente, porque pocos directores se atreven a poner el dedo en la llaga de la explotación laboral de empresas como Amazon o Zara. Probablemente no ganará, pero su proyección en Cannes ha sido reveladora por mostrar el drama de los falsos autónomos y de la individualización en el trabajo, algo equiparable a muchos freelance que cubren el certamen.
El retrato de Ken Loach muestra también la falta de expectativas de esos adolescentes de clase obrera. Algo que conecta de alguna manera con una de las sorpresas del festival, Les Misérables, del director francés de origen maliense Ladj Ly. Es su primera película, primero fue un cortometraje y retrata el día a día de unos policías que patrullan el banlieu donde sigue viviendo el director.
Es cierto que ya habíamos visto la violencia y la marginación de las barriadas parisinas, por ejemplo lo mostró Jacques Audiard en Dheeppan, su Palma de Oro, pero esta vez se canta más en la violencia policial y en el abandono de una comunidad que busca su identidad en la Francia de Macron y Le Pen. La película se inicia con una escena muy esclarecedora en este sentido, la celebración de un partido de la selección francesa con estos chicos en una búsqueda de la identidad francesa en los tiempos de la sociedad líquida.
Lo que le falta a Les Misérables es indagar en cómo surge el terrorismo islámico. Está presente, pero no desarrolla los vínculos. Sí lo hacen los hermanos Dardenne, otros que ya tienen dos Palmas de Oro. En El joven Ahmed retratan cómo un adolescente europeo se radicaliza, no es tanto la pobreza, decían los directores belgas, sino la admiración por ese líder, el imán, único que parece hacer casos a estos jóvenes.
La inmigración y el machismo los hemos visto en Atlantique, otra opera prima, de la primera directora africana en competir en Cannes, Mati Diop. La violencia y la corrupción han sido otro de los temas presentes en muchas películas, por ejemplo en La Gomera, del rumano Porumboiu, en Le Lac Aux Oies sauvage, del chino Diao Yinan, que podría ser merecedora de un premio a dirección por su puesta en escena visual. La corrupción y la mafia están presentes en Il traditore, película del director italiano Marco Bellocchio, que a sus ochenta años muestra un magnífico retrato de la Cosa Nostra y de la política italiana.
Bellocchio podría también ser un candidato a premio, recordamos que es de los pocos directores veteranos, junto a Almodóvar, que no tiene Palma de Oro todavía y el jurado premiaría entonces toda una carrera, algo similar a lo ocurrido el año pasado con Kore Eda. El director italiano ha sido uno de los últimos en pasar por el festival, junto con el palestino Elia Suleiman, que ha presentado It must be heaven, una comedia que roza el humor absurdo sobre la paz en Oriente Medio.
El festival se guardaba la polémica del año para el último día, con Mektoub, My Love, intermezzo, la segunda parte de la trilogía de Abdelatif Kechiche, ganador de la Palma de Oro con La vida de Adèle. Si aquella cinta ya tuvo algún detractor por una escena de sexo, ahora el director de vena con tres horas y cuarenta de cuerpos femeninos sin cesar, solo mujeres bailando y una escena de veinte minutos con un hiperrealista cunnilingus. En tiempos del Me Too, cuando se reflexiona sobre cómo filmar los cuerpos masuclinos, es chocante estos primeros planos con una mirada escópica, como señala la teórica Laura Mulvey.
Lo más esperado del certamen era la vuelta de Tarantino con Érase una vez en… Hollywood, supone la vuelta del director 25 años después de ganar la Palma de Oro con Pulp Fiction. Es una declaración de amor al cine, ambientada en el verano del 69, con los asesinatos de Charles Manson de fondo. Una época difícil porque supongo un cambio de paradigma, que es, además, una historia de amistad, la de un actor de medio pelo (DiCaprio) y su doble (Brad Pitt) intentando adaptarse a una industria en proceso de cambio.
DiCaprio y Brad Pitt han sido de las pocas estrellas que han pasado por la escalinata roja de Cannes, en un festival que vuelve a estar macardo por la ausencia de Netflix y por el miedo a los spoilers, las malas críticas y a la prensa. Cannes se ha llenado de embargos y ha decidido estrenar las películas en dos tiempos: primero la alfombra roja y los aplausos, al día siguiente la rueda de prensa. Esto no solo es un feo hacía los informadores cinematográficos, también es un fallo estratégico, pues el impacto mediático se diluye de manera notable.