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Un mal día lo tiene cualquiera

La adolescente que salvó a Francia

Hay un dicho en inglés que dice que el manjar de un hombre es veneno para otro. Pasa lo mismo con los héroes nacionales. Para convertirte en uno, lo normal es tener que llenar tu curriculum con un gran festival de muertos del enemigo tradicional del país

Traveler1116 Getty Images

España

Pocos casos son más evidentes que el de nuestra protagonista de hoy. Conocida como Santa Juana de Arco para los franceses, y considerada una adolescente entre loca y hereje para los ingleses.

La adolescente que salvó a Francia

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También es digno de análisis lo de la concesión del título de “santo o santa” por parte de la iglesia católica: veas como veas a Juana, su principal mérito fue liderar a unos humanos en la matanza de otros humanos. No acabo de ver por dónde cuadra esto con el mensaje de Jesucristo de “amaros los unos a los otros”, pero eso ya lo dejamos para otro día.

El 30 de mayo la que tuvo un mal día fue la propia Juana. Más que nada porque el 30 de mayo de 1431 fue su último día en la Tierra. Ese día acabó su aventura la joven campesina francesa que había sacado Francia de las garras inglesas, después de que unos cuantos santos se le apareciesen y la convencieran de su sagrada misión. Hoy la hubieran mandado castigada a su cuarto, pero la joven Juana consiguió convencer tanto a sus padres, como a curtidos soldados de que ella los llevaría a la victoria. También convenció al delfín Carlos de que asumiera el título del rey. Carlos no era un mamífero acuático; “delfín” es el nombre que recibía el príncipe heredero francés porqué están locos estos franceses.

Pero todo le iba demasiado bien a Juana. Los borgoñeses decidieron traicionarla y entregarla a los ingleses. Estos tardaron poco en encontrar a un obispo que la condenó por herejía y por vestir como un hombre. El tribunal incluso se dedicó a analizar si su peinado era el apropiado para una doncella.

Una vez condenada, quedaba la ejecución, que se realizó por el simpático método de quemarla viva, a sus 19 añitos. Poco después de su muerte, un tribunal papal revisó la sentencia y la declaró mártir, lo cual seguramente le habría gustado bastante a Juana, la teenager que salvó a Francia de convertirse en un apéndice de Inglaterra.

 
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