Cadena mortal
Madrid
Hace 22 años, el periodista Pedro J. Ramírez fue grabado ilegalmente mientras mantenía relaciones sexuales con una prostituta. El entonces director del diario “El Mundo” fue víctima de una trampa, lo sabía todo quisqui, pero el video circuló como la pólvora y sé de alguna redacción donde se hacían copias para compartir el visionado. Eso fue en el 97.
Más recientemente, en 2012, la concejal de Los Yébenes, Olvido Hormigos, saltó a la fama por otro vídeo de contenido sexual difundido sin su consentimiento.
Olvido Hormigos es hoy un personaje de televisión, donde se gana la vida desde hace años. Pedro J. Ramírez superó aquel trance, continúa ejerciendo de periodista y actualmente dirige “El Español”.
Pero para Verónica el final ha sido diferente. 32 años, trabajadora de IVECO, casada, madre de dos niños… La difusión de un vídeo grabado hace tiempo, o sea la pornovenganza, la ha empujado al suicidio.
Son tres historias distintas, ya lo sé, pero tienen un hilo común que es la voluntad de humillar -por las razones que sea- a la víctima, de dejarla a los pies de los caballos. Y, claro, cuando uno -o una- se ve en esa tesitura, pues cada cual reacciona como puede, como le dejan, en función de sus capacidades y sus recursos.
El caso de Verónica lo verá la justicia porque Comisiones Obreras ya ha anunciado que habrá denuncia; también los tribunales intervinieron en los otros dos. De hecho, difundir imágenes sin permiso ya está castigado con penas de cárcel en el código penal, pero yo querría poner el foco en algo muy concreto: en los que miran y lo reenvían.
Lo digo porque en estos tiempos donde ser viral parece un signo de modernidad, eso puede convertirse a veces en una cadena mortal, como parece ser el caso. Y en esa cadena -ya lo siento- pero cada click para compartir las imágenes es un eslabón. Así que no está mal preguntarse: ¿Y tú qué harías?