'La ceniza es el blanco más puro', retrato colosal del paso del tiempo en China

Madrid

Jian Zhang-ke es el cineasta chino más reconocido en los festivales internacionales. Asiduo de Cannes, ha copiado la fórmula del cine de autor europeo para implantar un circuito cine independiente en su país. Primero entró en política para regular una industria que se mueve entre los blockbuster propios, los ajenos y la censura. Después ha creado un festival de cine independiente donde descubre y produce a nuevos cineastas millennials.

El año pasado llevó a Cannes La ceniza es el blanco más puro. Una mezcla de drama romántico con cine negro, thrillers y retrato social de su país. Porque al final, todo su cine nos muestra una radiografía detallada y entretenida de los cambios que China ha padecido en las últimas décadas

Como ya hizo en Naturaleza Muerta, en esta película regresa a la zona de Las Tres Gargantas del río Yangtse, zona minera, pobre, donde el control policial es escaso. Ahí aparece una mujer, la actriz Thao Zao, habitual del cine del director, que acaba de salir de la cárcel y se propone volver a dominar a una pequeña banda de mafiosos de la zona

Nos introduce en las sociedades secretas de artes marciales. A ella pertenece el enamorado de nuestra protagonista. La historia empieza en 2001, ella es joven, está enamorada y salva a su amante de un ataque de una banda rival y acaba en la cárcel. Cinco años después, sale de la cárcel y él ya no la quiere en su vida.

La ceniza es el blanco más puro nos muestra a una mujer en el papel tradicional de los hombres, una mujer que se encuentra ante un cambio brutal y que transita y viaja por varios lugares tratando de recuperar aquello que tenía: su amante y su negocio, dos ámbitos completamente transformados por los cambios tecnológicos y sociales

Y es que el paso del tiempo y cómo los individuos o todo un país nos adaptamos a él es el gran tema de este director, obsesionado con psicoanalizar a la China de nuestros días sin rencor. El paso del tiempo que se refleja en el uso de un Nokia o de un iPhone, pero también en el cierre de negocios, en el crecimiento salvaje de la prostitución o en el rostro de su actriz fetiche

Ha trabajado con un director de fotografía distinto, Eric Gautier, conocido por rodar con Olivier Assayas, Walter Salles y LéosCarax, la complejidad de ambos fue el idioma. El resultado mantiene las constantes del cine de un director interesado en que paisajes y personajes se fundan en uno, mientras asistimos a los cambios del gigante asiático. Hay algo de El gatopardo en el cine de Jian Zhang-ke, algo de melancólico también. Todo es igual y todo ha cambiado a la vez, viene a decirnos este drama colosal.