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Lo nuevo de 'Black Mirror': Miley Cyrus contra Mr. Wonderful y el porno del futuro

Netflix estrena la quinta temporada de la serie de Charlie Brooker, tres nuevos capítulos que reflexionan sobre las relaciones sexuales del futuro, los dilemas morales de las redes sociales y los mensajes de las muñecas Disney

Miley Cyrus protagoniza uno de los nuevos capítulos de 'Black Mirror' / NETFLIX

Miley Cyrus protagoniza uno de los nuevos capítulos de 'Black Mirror'

Madrid

Charlie Brooker se ha cansado de repetir que Black Mirror no era una serie sobre la tecnología, sino sobre los dilemas de la sociedad. La serie premonitoria por excelencia vuelve más humana y luminosa que nunca en una quinta temporada que tiene tan solo tres capítulos, como en las primeras entregas. El creador británico siempre ha tratado la tecnología como excusa para plantear debates morales del futuro, pero a medida que iban pasando temporadas, las reflexiones tenían que ver más con el presente.

De Black Mirror puede decirse que fue la serie que vaticinó la llegada de Trump o, al menos, de un personaje similar, Waldo. También que puso los pelos de punta con aquel capítulo en el que un primer ministro británico se follaba a un cerdo. Su compra por Netflix hizo que la serie ampliara la cantidad de capítulos por temporada y que perdiera algo de ese punto visionario (y aterrador) tan característico. Aún así nos dio capítulos maravillosos como Hang the dj, o San Junipero, sobre la eutanasia.

En esta quinta temporada los tres episodios siguen teniendo la tecnología como telón de fondo, pero aquí lo importante es la búsqueda de la identidad en la era de las redes sociales. Striking vipers, por ejemplo, habla de la identidad sexual. Dos amigos de toda la vida juegan a un videojuego virtual y, sus dos personajes, tienen sexo ¿Es eso amor? ¿Es una infidelidad? ¿Son homosexuales? Es el capítulo más vibrante de los tres en el que Brooker habla de los límites de la pareja, de la fidelidad, del poliamor y de qué es la masculinidad en este mundo líquido, que diría el filósofo Bauman.

Hay además, en Striking vipers un debate actual, sobre los efectos de la pornografía, sobre si incapacita un abuso del porno para disfrutar del sexo real. Sobre si la realidad virtud condiciona tu estado físico y emocional a la hora de tener relaciones ¿Puede sustituir el mundo virtual algo tan corpóreo como el sexo? La elección del protagonista tiene su miga, teniendo en cuenta que está cuestionando la heterosexualidad del personaje que interpreta, nada menos, que el, en teoría, futuro Capitán América, Anthony Mackie. Nada mejor que un superhéroe para derribar tópicos de hombres pasados de moda.

Otro de los capítulos, Añicos, indaga en lo que ocurre con nuestra identidad cuando morimos. A priori parece un thriller convencional, donde un hombre herido tras la muerte de su pareja se venga de una compañía que ha creado una red social a la que todo el mundo está enganchado. Sin embargo, existen dos reflexiones importantes. Una de ellas es la cantidad de datos que estas empresas tecnológicas tienen sobre los ciudadanos, mucha más información de la que puede disponer la policía.

La segunda nos lleva a pensar en qué pasa con nuestros perfiles digitales tras la muerte, ¿puede una madre recuperar las contraseñas de la red social de su hija que acaba de suicidarse? ¿Puede alguien dejar su perfil abierto y programando publicaciones antes de morir para recibir condolencias y animar a sus seres queridos? Como bonus, también denuncia la perversión de los grandes gurús de Silicon Valley, esos que diseñan las redes sociales con chutes de dopamina para crear adictos. Ellos, mientras tanto, alejan a sus hijos de sus productos y hacen retiros tecnológicos para mantenerse a salvo. 

Sin duda, el episodio más esperado de los tres es el protagonizado por Miley Cyrus, Rachel, Jack y Ashley too. La que fuera chica Disney parece vengarse de la industria discográfica, de sus padres y de la prensa que nunca quiso que se deshiciera de Hannah Montana, el personaje que interpretaba de niña y adolescente. Todo un retrato de la manipulación de la industria a los artistas, sobre todo a los niños prodigio, y cómo la identidad es difícil de mantener cuando las cifras de ventas y el dinero son lo único que cuenta. La cantante y actriz no solo reniega de su pasado Disney y denuncia la explotación de estas jóvenes estrellas, sino que dispara contra todo este marketing e ideología motivacional que obliga a los adolescentes a vivir en un continuo estado esperanzador de superación. En este caso, utiliza a una muñeca inteligente. Miley ya enterró a Disney y ahora va a por Mr. Wonderful y toda esa industria creada en torno a la obligación de estar feliz, a todo ese capitalismo que penaliza la tristeza. 

Pese a la voluntad de abrir puntos de vista y diseccionar a la sociedad moderna a través de los avances tecnológicos, a Charlie Brooker empieza a hacérsele bola 'Black Mirror'. La antología conserva su crítica social y su tono de denuncia, pero por el camino, y las temporadas, ha perdido complejidad y capacidad de sorpresa. El propio tiempo la ha devorado. No es el futuro, es el presente. Ya no es premonitoria. Ya no es un espejo que aterroriza, es el espejo que nos psicoanaliza. 

 
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