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Tina Vallès

Somos recuerdos

Tina Vallès habla en 'La memoria del árbol' cómo se construye y cómo se deconstruye una memoria a través de la voz narrativa de un niño

La escritora Tina Vallès. / EL PAÍS

Madrid

Tina Vallès, escritora, editora del portal de cuentos: Paper de vidre y miembro fundador de la Asociación Profesional de Traductores e intérpretes de Cataluña firma La memoria del árbol, novela que recibió el Premio Anagrama de novela en catalán. Un trabajo que, como apunta Vallés a Macarena Berlín "nace de la intención de intentar explicar cómo nos construimos los recuerdos".

La memoria del árbol regala al lector la mirada de un niño, Jan, quien a través de su voz habla de los recuerdos, de cómo se construyen, se transmiten y de cómo se pierden. "Empecé a preguntar cómo se fabricaban estos recuerdos y cómo se iban modificando. Qué pasa en nuestra mente con lo que vivíamos y quise investigarlo a partir de la esencia, de los primeros recuerdos", algo con lo que la autora señala la relación entre abuelos y nietos.

Esta historia toma como protagonistas a Jan, un niño de diez años, y su abuelo, quien está enfermo. Vallés sintió dos miedos "muy fuertes" a la hora de escribir esta novela. Explica como el escribir sobre la relación entre un abuelo y su nieto, sumado a la enfermedad del primero, conlleva riesgos. "El riesgo de caer en el barranco del sentimentalismo es muy alto. Ese miedo te hace escribir con mucha contención emotiva de intentar no caer en ese sentimentalismo cursi y facilón",  a este temor se unía otro más, "por otro lado está la contención más narrativa o de escritura de intentar condensar y explicar lo justo para que el lector luego imagine. No darle todo masticado y descrito".

"Yo quería hablar sobre todo de cómo se construye y cómo se deconstruye una memoria. Y no tanto centrarme en la enfermedad [el alzheimer, que en ningún momento es nombrada en la novela]". Para poder llevarlo a cabo, Vallés decidió centrarse en una voz que le permitiese explicar la historia sin dramatismos, la de Jan. "Desde el momento que quería centrarme en esto necesitaba una voz que se alejara de la enfermedad, que no la conociera, que no hubiera vivido nunca ningún tipo de enfermedad o drama". Un personaje que no cargase esa mochila emocional y que ve todo por primera vez, con una intuición que empieza a estrenar.

Las conversaciones entre abuelo y nieto, construyen su relación pese a que Joan, el abuelo, está perdiendo la memoria. "En esta historia lo que Jan le ofrece a su abuelo es que le sigue mirando igual. No cambia su mirada porque su abuelo esté enfermo, cosa que el resto, adultos, sí hacen", sentencia la escritora. Así, Jan le ofrece a Joan la posibilidad de seguir siendo él mismo y este le cede su memoria antes de perderla.

La historia está construida sobre metáforas y juegos lingüísticos en 11 capítulos compuestos de escenas muy breves que dan verosimilitud a la voz narrativa infantil. "De cara al lector, me basaba en lo que dice Gonçalo Tavares sobre la literatura bloom, ese tipo de literatura que confía en que el lector es un ser inteligente que también interviene en el proceso de escritura".

La presencia de los árboles, en especial de un sauce llorón, es de una importancia capital en los personajes del niño y el abuelo. "El libro está lleno de imágenes porque el abuelo se explica a partir de ellas", cuenta Vallès. "La imagen del árbol empezó a coger más cuerpo e importancia en la narración hasta el punto que apareció esa historia del sauce llorón que el abuelo va posponiendo y que simboliza el último recuerdo que el abuelo va a ceder a su nieto antes de perder la memoria". Así, uno de los párrafos del libro reza: "El abuelo es un árbol, he pensado. Y ahora es el sauce llorón herido por el rayo. Y cuando no quede de él ni el tocón me mancharé los dedos de tiza verde para dibujarlo".

 
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