La justicia, un camino equivocado
Bastará con lamentar, una vez más, que el conflicto haya llegado, por la ineptitud de unos y otros, al pantano de la justicia, que nada solucionará.
La justicia, un camino equivocado
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Hoy sí que el juicio a Oriol Junqueras y compañía ya está visto para sentencia, así que vamos a tomarnos una jornada de respiro en esa guerra -más sucia que ejemplar- de los pactos para el gobierno de la nación, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. El fin de esta larga y prolija vista oral que comenzó el 12 de febrero, significa que ya estamos todos en manos de Manuel Marchena y los magistrados de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Lo primero será destacar la absoluta transparencia de la vista, televisadas todas sus sesiones en directo. No es poca cosa que un juicio tan importante haya merecido este tratamiento, decisión que debe tener el reconocimiento de toda la ciudadanía. Acusados, abogados, fiscales, testigos y hasta los jueces han tenido la oportunidad de dirigirse no solo a la Sala, sino a todos los españoles, de Cataluña, desde luego, pero también de Madrid o Sevilla. Un lujo democrático. Tras las alegaciones de las defensas, cerraron la vista los acusados, Oriol Junqueras el último, que optaron por transformar sus intervenciones en claros alegatos políticos. Poco sentido tiene elucubrar desde el Ojo sobre sedición o rebelión y otras oscuridades técnicas. Bastará con lamentar, una vez más, que el conflicto haya llegado, por la ineptitud de unos y otros, al pantano de la justicia, que nada solucionará. Ahora, ajo y agua.