'Enemigos íntimos', el thriller francés sobre la identidad árabe

Madrid

Hace cuatro años, el francés David Oelhoffen sorprendió con Lejos de los hombres, un western atípico situado en las montañas del Atlas, en los albores de la guerra de Argelia, que contaba con una gran interpretación de Viggo Mortensen. Una reflexión sobre la identidad que el director ha vuelto a colocar en el centro de su última película, Enemigos íntimos, estrenada en el pasado festival de Venecia

Con un título ya utilizado en otros thrillers, el director David Oelhoffen rastrea las huellas de la identidad de la mano de dos hombres que fueron amigos, pero a lo que la vida separó. Uno de ellos acaba siendo un policía, de origen argelino, y otro un delincuente. Si en Lejos de los hombres rompía las concepciones del western, aquí juega con los límites del thriller europeo. El resultado es un derroche de energía a brazo partido contra cada una de las convenciones del género y, ya puestos, contra sí mismo.

Enemigos íntimos es un thriller polar, abrupto y circunspecto, sobre un policía y un traficante cuyas vidas estuvieron próximas cierta vez en el pasado y, tras muchos avatares, se cruzan de nuevo con la muerte rondándoles de cerca. Y en las afueras de París, la comunidad árabe tiene una importancia especial. 

Un confidente asesinado, un alijo de cocaína, una traición y una venganza son el combustible narrativo de una película que se estanca a medio metraje y que bebe del cine de Melville. El punto fuerte de esta cinta es el trabajo interpretativo de la pareja protagonista, Matthias Schoenaerts y Reda Kateb, lo más destacable de su esta nueva película. El actor belga, habitual del cine de género, decía que al final es una historia de lealtad. Enemigos íntimos pasa en la calle, en las escaleras, en patios, en pasillos, siempre con luz mortecina, es gris y apesadumbrada.