Yo sí te creo

Madrid

El caso de “La Manada”, no ahora que ha terminado con las cinco condenas por violación, no; al comienzo de todo, cuando se conocieron los hechos y la defensa de los acusados insistían en que la chica mentía, que había sido todo con consentimiento, hubo un grito que se escuchó por calles y plazas de toda España: “¡yo sí te creo!” Y en ese grito se revela el calvario que tienen que soportar algunas mujeres cuando denuncian algo y se pone en duda su palabra.

¡Ojo! No estoy diciendo que una acusación -la que sea- tenga que darse por buena sin más comprobaciones. No, no digo eso; y para que se me entienda voy a contar el caso concreto: una mujer, en su trabajo, en la oficina, denuncia a los jefes que un superior la está acosando. Primero de palabra: “que si mira cómo me pones”, que “si vamos a mi casa”. Después de obra, con tocamientos, metiendo mano. Luego masturbándose. Y la mujer lo denuncia una vez, y otra, y otra. Ni caso. No la creen o no la quieren creer. Al final un día se presenta ante el jefe con una foto del móvil donde aparece el acosador con el pene en la mano. Bueno, ahí el jefe ya no tiene más remedio que aplicar el protocolo y tomar medidas. Pero entre medias ha transcurrido más de un año; la mujer las ha pasado tan canutas que ha sufrido crisis de ansiedad, estrés postraumático, ha necesitado tratamiento psiquiátrico; total, que ya no es útil para el trabajo y la acaban echando.

Bueno, esto ha ocurrido en el ejército español, donde hace cinco años -cuando sucedieron los hechos- el acoso no era ni tan siquiera una falta disciplinaria en el código penal militar. Ahora al agresor lo acaban de condenar finalmente a seis años de cárcel, pero su víctima sigue expulsada del ejército. Y ya veremos si el Ministerio de Defensa tiene a bien o no reconsiderar la decisión.

Resumiendo: la próxima vez que estén hablando de machismo, de discriminación, del acoso sexual que a veces sufren las mujeres, cuando aparezca -porque casi siempre aparece- alguien -algún hombre- que dice: “no es para tanto, no exageremos”… La próxima vez le pueden contar esta historia. A ver si sigue pensando lo mismo.