Dignidad

La dignidad acarrea costes, pero no tiene precio. El gesto más digno de la política española en mucho tiempo es la renuncia a todos sus cargos del portavoz económico, dirigente de referencia y diputado de Ciudadanos Toni Roldán. El joven pero experimentado Roldán se fue ayer con elegancia, sin dedicar palabras feas a la cúpula de su partido. Simplemente, explicó que no es él quien ha cambiado, sino Ciudadanos. Y que intentó impedir durante meses, lunes tras lunes, la derechización del partido, la alianza con Vox, el cordón sanitario contra partidos constitucionalistas como el socialista.

De repente, el partido de Albert Rivera ha envejecido. Sus reiteradas promesas de regeneración, de novedad, de distancia contra los frentismos, de actitudes liberales se han vuelto en gran parte vacías. Y la propia cúpula queda en cuestión ante sí misma. Roldán se va, tiene un oficio propio que puede recuperar, es un economista y consultor respetado. Algunos le han seguido. Otros, la mayoría, carecen de valor y de su valor de mercado. Les veremos aferrarse a la poltrona tragándose los propios principios como si fueran una bolsa de pipas.