The Black Keys y el órdago de la última esperanza del rock
La banda estadounidense vuelve a las tiendas con 'Lets Rock', su primer disco en cinco años
Madrid
Cada cierto tiempo aparece un agorero gurú que proclama la muerte del rock and roll. Normalmente es la antesala del nacimiento de una nueva estrella, de una de esas bandas capaz de resituar el rock entre las modas.
The Black Keys ejercieron ese papel de salvador en 2011, cuando medio mundo se puso a bailar con las canciones de El Camino, un álbum de blues rock con temas pegadizos que asaltaron las ondas y relanzaron la carrera de una banda que hasta entonces había avanzado con pasos tan firmes como discretos.
El triunfo de aquel disco revitalizó a todo el género impulsando esa idea de que el rock no estaba muerto, que estaba tomando cañas. A pesar de la larga trayectoria del grupo –El Camino era su séptimo álbum- para medio mundo el dúo de Akron fue un descubrimiento de aquel año. Tras aquel inesperado éxito el grupo volvió a lo más alto de las listas de éxitos con Turn Blue tres años después. Ambos discos resultaron salvadores y llevaron a Dan Auerbach y a Patrick Carney a girar por medio mundo hasta agotarlos, hasta que se cansaron el uno del otro.
Desde entonces Auerbach no ha parado quieto. En 2015 el guitarrista formó The Arcs, dos años después publicó en solitario Waiting on a song y entre medias no ha parado de producir a decenas de artistas jóvenes bajo el paraguas de su sello Easy Eye Sound.
Cinco años han tenido que pasar para que Auerbach y Carney hayan vuelto a entrar a un estudio de grabación y el resultado es Lets Rock, un álbum excelso con composiciones tiernas como Walk across the water, con canciones bluseras al estilo de Tell me lies o invocaciones a la pista de baile como Shine a Little light, Lo/Hi o la divertida Get yourself together.
La nueva entrega de los Black Keys funciona y engancha, se coloca al nivel de los mejores trabajos de su discografía y tiene ese toque más melancólico y oscuro que faltaba en su anterior y premiada entrega. Sin embargo, en estos cinco años de ausencia, de silencio, el rock and roll ha seguido perdiendo fuerza, en este lustro no ha habido ni grandes lanzamientos ni grandes sorpresas, mucho menos un salvador. En unas listas comandadas por el pop más insulso y los expansivos ritmos latinos la música rock apenas tiene la capacidad de trascender o impactar. El nuevo álbum de los de Ohio tiene ese reto por delante. Una misión: reactivar el interés por un género falto de héroes.