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Italo Calvino, el pequeño Nicolás y la acumulación originaria

'La oveja negra', quizá el cuento más conocido de Italo Calvino. Un libro que vio la luz de forma póstuma, después de que nos dejará en 1985

Francisco Nicolás Gómez Iglesias durante la recepción a los representantes institucionales en el Palacio Real con motivo de la proclamación del rey Felipe VI. / EFE

Francisco Nicolás Gómez Iglesias durante la recepción a los representantes institucionales en el Palacio Real con motivo de la proclamación del rey Felipe VI.

Madrid

En un país donde todos roban, aparece un hombre honrado. La oveja negra, quizá el cuento más conocido, de Italo Calvino. Un libro que vio la luz de forma póstuma, después de que nos dejará en 1985.

'La oveja negra' de Italo Calvino

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Alguien que decide que no va a robar. ¿De qué trata este cuento? De momento, tenemos una idea evidente: la llegada del nuevo al pueblo. En la historia de la narrativa, suele decirse que hay tres grandes etapas: el individuo contra Dios, el individuo contra la sociedad. Y, por último, el individuo contra sí mismo. Aunque estamos hablando de un cuento contemporáneo, publicado hace solo 25 años,  este se aloja en la segunda etapa. El héroe contra el mundo. De alguna manera, así empiezan muchas obras: en el acervo, cultural, la que más se parece a esta, de momento, La comunidad, de Álex de la Iglesia.Y en un lugar como otro, hay un sistema que se sostiene. Y se sostiene porque todos roban. Esto es profundamente actual: cuando robamos a alguien, le debemos algo.

El hombre honrado, a pesar de que el sistema parecía sostenerse, decide que él no va a robar. ¿Pero se sostenía el sistema? ¿Se sostiene una estafa? Pienso en, por ejemplo, las célebres estafas piramidales de Fórum Filatélico o Afinsa. Parecían ir pagando dividendos a sus usuarios... Porque decían sostener su sistema sobre algo, unos sellos, que respaldaban sus maniobras. Al final, cuando intervino una autoridad ajena, como ese hombre honrado que llega al pueblo, llega el desajuste.

La gente que estaba contenta, recibía dividendos de la nada. Dejó de recibir dinero. Y empezaron a manifestarse no contra sus estafadores, sino contra el Estado que había intervenido. Es como la paradoja del gato de Schrodinger, el que está dentro de una caja, y del que no sabremos si está vivo o muerto hasta que abramos la caja. Si abrimos la caja, ¿hemos matado al gato? Pienso también, por ejemplo, en el pequeño Nicolás. Otro sistema de contactos que se sostenía sobre la nada. Creaba esa ilusión porque la gente a su alrededor era igual que él. Cuando las relaciones públicas se sostienen sobre la nada, no hace falta respaldarlas con nada...  Y ahí llega el Estado, ese hombre que no se enfrenta contra Dios, ni contra sí mismo, ni contra la sociedad. O June, en El cuento de la criada, de Margaret Atwood. Elige no lapidar a su amiga, con aquella piedra: ¿hasta qué punto esa resistencia pacífica, en lugar de traer paz, trae más caos?

Se crea un excedente. Esto es lo que, en la teoría marxista, se llama acumulación originaria. Es decir: la idea de que, cuando hay poco, esto suele estar más repartido que cuando hay más. Para poner en marcha la industria, para poner en marcha el motor del sistema económico en el que vivimos hoy... Hizo falta que la riqueza se acumulara, primero en algunas manos. Emilio de la Peña, experto en economía nos da una clave. ¿Habla este libro del excedente? . ¿Da una explicación arbitraria, como damos nosotros una explicación arbitraria al lugar del que venimos? También.

Ahora, Calvino nos deja un apunte: no culpemos a la acumulación originaria, como hacía Marx. Entonces, de estas dos ideas, yo extraigo otra: según Calvino, esa acumulación originaria es casi, tan importante para nosotros como el origen de los tiempos. ¿Era el hombre honrado... entonces... Jesúcristo? ¿Era Max Estrella, que está basado en él? En Luces de bohemia, todos comen y beben a su costa... Todos viven de pasar, de bar en bar, y dejar dinero a deber. Y el único que en realidad contaba con un dinero, que podía respaldar su deuda con oro, que se decía antes... Era él. Y acaba igual que Jesús y que nuestro hombre honrado.

Nuestro hombre honrado muere de hambre. Pensemos en la camada de políticos que llegaron a los Ayuntamientos hace cuatro años... Y decidieron que ellos no cogerían coches oficiales y prescindirían de sus escoltas: la mayoría, como este hombre honrado, se han marchado también.

 
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