'La Casa de Papel': el éxito de desafiar al sistema
La ficción española más exitosa estrena su tercera parte convertida en un fenómeno internacional de la mano de Netflix. La serie mantiene su identidad con un ritmo explosivo que mezcla drama, acción y comedia en una nueva partida de ajedrez que quiere doblegar al sistema ¿Entretenimiento antisistema? Hablamos con sus protagonistas
Madrid
“Esto es una declaración de guerra al sistema y nosotros somos la resistencia”, dice El Profesor en el tráiler de la esperada tercera parte de La casa de papel. Como declaración de intenciones en tiempos oscuros, suena bien. La banda de atracadores más famosa vuelve a reunirse tras su huida para colocar de nuevo las fichas en esta gigantesca partida de ajedrez, ahora además con un presupuesto (secreto) holgado como serie emblema de la expansión internacional de Netflix.
Concebida originalmente en Antena 3 como una miniserie, una misión cerrada, el éxito internacional ha hecho que sus creadores accedan a escribir, al menos dos, dos entregas más -la cuarta parte ya está en desarrollo-. “Siempre hay una pizarra en blanco, en nuestro caso teníamos cuatro pizarras. Claro que lo hubo porque era algo cerrado, nunca tuvo vocación de continuidad ni de trilogía ni de nada, era una serie cerrada, que era a lo que aspirábamos después de ‘Vis a vis’ y de venir haciendo series de más de 100 capítulos, desde ‘Periodistas’ a ‘Los hombres de Paco’ o ‘El Barco’. Entonces cuando la vocación es hacer una serie cerrada, abrirla parece que tú mismo te has puesto las trampas, pero luego los personajes tenían el potencial de seguir, la posibilidad de tener otra aventura”, explica Álex Pina, creador que ha firmado un contrato en exclusiva con el gigante del streaming.
Había pánico y vértigo, admiten, a seguir con una historia que ha conectado con un público global, en parte, por ese espíritu de resistencia contra el sistema. Úrsula Corberó cree que parte del fenómeno tiene que ver en su capacidad para sintonizar con un malestar generalizado de la ciudadanía y un levantamiento de clase. “Es un golpe de Estado, hay una cosa de ir en contra del sistema, el espectador se puede sentir identificado porque son gente que no tienen ningún poder, están en situación precaria, son supervivientes, que están intentando salvarse el culo como pueden, y llegan donde lleguen y consiguen lo que consiguen”.
En esta tercera parte, la detención de Río (Miguel Herrán) interrumpe las vacaciones de millonarios de la banda y les obliga a reunirse de nuevo. Con un motivo definido, se pone en marcha un nuevo plan cuyo objetivo es echarle un pulso al sistema, ese que somete continuamente a la ciudadanía y oculta sus fechorías. El objetivo: el Banco de España. Los dos primeros capítulos -a los que hemos tenido acceso la prensa- despliegan todo su potencial como una maquinaria perfecta que combina golpes de efecto, planteamiento del conflicto y una dirección que justifica el presupuesto. Como si fueran unos Robin Hood ibéricos, picaresca incluida, parte del plan pasa por controlar el relato, por despertar una adhesión entre la opinión pública que doblegue a las instituciones.
“Lo bueno de la Casa de Papel es que presenta en todas sus capas entretenimiento puro, acción pura, tiene una carga emocional y tiene debajo un calado, un subtexto, que tiene que ver con con el escepticismo financiero, político, de muchas razones, y que está en el 15-M, el Profesor habla del 15-M además. Tiene una vocación, no tanto del 15-M o antisistema, como realmente contemporánea en cuanto al escepticismo que se está viviendo, o el agotamiento de muchas fórmulas, desde los bancos centrales a los sistemas financieros, a los sistemas de gobierno a los sistemas capitalistas”, añade Pina al ser pregunta sobre si la ficción tiene un espíritu antisistema. “Ojalá fuera antisistema y antifascista pero vamos a ser realistas, es una serie de entretenimiento”, puntualizan Darko Peric y Alba Flores.
Anclada a su tiempo, los años y estudios sosegados dirán, La casa de papel es hija (ilegítima) del 15-M, al menos, de un sentimiento de indignación que ha recorrido el mundo. “Toda esa cuenca que va desde Turquía hasta Italia pasando por Brasil, y que tienen grandes problemas, son los países en los que más ha funcionado. O Arabia. Todos los países con problemas ha funcionado muy bien, por lo tanto despierta algo en la gente de esos países. Yo creo que esa sensibilidad está en la serie pero no es una serie de ninguna manera geopolítica o antisistema, pero sí está marcada esa sensibilidad. No queremos tocarla, pero sí está presente con el Profesor, no queremos para que precisamente la gente no se confunda. Pero esa sensibilidad está en su ADN”, concluye el showrunner.
La utilización de la iconografía de la serie fue uno de los primeros indicadores de su recorrido internacional. Los monos rojos, las máscaras de Dalí y el Bella Ciao estaba presentes en manifestaciones contra la corrupción en Brasil, en marchas feministas en Latinoamérica, en protestas por la falta de libertades en Turquía… “La serie tiene unos iconos muy poderosos y, claro, cada uno los puede usar para lo que quiera. Veías una marcha feminista y habían hecho una versión del Bella Ciao con letras feministas y se ponían la máscara de Dalí, y veías otro tipo de manifestación y también. Son iconos que la gente hace suyos para sus propias luchas, no necesariamente todas antisistema. Ha sido bonito sentir que ha calado ese mensaje”, apunta el director y productor ejecutivo Jesús Colmenar.
Miguel Herrán recuerda cómo fue la primera vez que vio estas imágenes. “Es muy emocionante ver cómo utilizan parte de tu trabajo para defender tantos ideales, como cuando salió V de Vendetta, me siento como que hemos hecho V de Vendetta la serie”. Pero Darko Peric es más comedido pero ve un punto de partida para encender la mecha. “Ya sabemos que hay gente que canta Bella Ciao y no sabe qué es, yo sí lo sé, porque hay símbolos confusos, pero es un poco de incienso. En los tiempos en los que vivimos hace falta mucha resistencia. En tiempos de globalización, lo que se hace aquí se ve en Japón, pero también lo que pasa en EEUU y otros países nos devuelve a tiempos oscuros”. A Alba Flores no la confunde el envoltorio: “Por mucho que beba de esa imaginería no es una serie antisistema, por qué sino se distribuiría de otra manera. Sí que utiliza eso para dotarla de una personalidad”, zanja.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...