El trabajo más peligroso
Todos nos quejamos de nuestro trabajo, pero lo cierto es que la mayoría de ellos no conlleva una muerte prematura y violenta. Ser juez antimafia en la Italia de los años 80 y 90, en cambio, era una profesión con más riesgo que ser toro bravo en España
España
Los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino eran las cabezas visibles de los procesos judiciales del estado italiano contra la Cosa Nostra. Ambos sabían el riesgo que corrían, al haber visto morir a compañeros de la fiscalía, la policía y la judicatura. Pero para Borsellino el golpe más duro fue el 23 de mayo de 1992, cuando el coche de su colega Falcone, que viajaba con su mujer, voló por los aires en un atentado en el que la mafia quiso asegurar su muerte colocando más de mil quilos de explosivos en la carretera que une la ciudad siciliana de Palermo con su aeropuerto.
El trabajo más peligroso
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Cuatro días antes de este atentado, Borsellino había hablado en una entrevista de las conexiones entre la organización criminal siciliana y algunos políticos y empresarios italianos. Entre ellos, no os sorprenderá que estuviera un tal Silvio Berlusconi, que por aquel entonces no había aún dado el salto a la política.
Salvatore Riina, el capo que estaba detrás del asesinato de Falcone, evidentemente también tenía en su punto de mira a Borsellino. De hecho, en otra entrevista que dio en julio de 1992, el juez aseguró que era consciente de su condición de “condenado a muerte”. Y el 19 de julio, la mafia ejecutó su sentencia. Esta vez hizo estallar un coche bomba cuando pasaba por delante Borsellino con su escolta. El juez y cinco de sus guardaespaldas murieron al instante.
Como escaso consuelo post-mortem, los culpables de estos asesinatos acabaron entre rejas, pero nadie se atrevería a decir que Italia quedase por ello libre de organizaciones criminales.