"Nos gusta mucho no tener que pensar"
Josep Ramoneda reflexiona sobre la información revelada por un diario digital sobre los atentados de Barcelona, la carta pública de Torra a Pedro Sánchez y la muerte del escritor italiano Andrea Camilleri
Nos gusta mucho no tener que pensar
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Barcelona
Las revelaciones de Público sobre la relación entre el imán de Ripoll y el CNI, que habría tenido controlados los teléfonos de los terroristas hasta cinco días antes del atentado de Barcelona del 17 de agosto de 2017, han tenido escaso eco en la prensa, excepto en Cataluña, como si se diera una rara combinación de prudencia y temor. Pero, más allá de la gesticulación de los dirigentes independentistas, es una información sensible, sobre un terrible atentado con muchas víctimas, que merece explicaciones desde las instancias institucionales. Y, si es necesario, una investigación en profundidad. ¿Qué pasó en aquellos cinco días? Unos hechos que afectan a una tragedia de esta envergadura no pueden quedar sin respuesta ante la ciudadanía. El Estado no puede escudarse en el silencio.
El presidente Torra escribe una carta pública al presidente Sánchez en La Vanguardia condicionando el voto de Junts per Catalunya a la investidura “a que haga una propuesta para dar voz al pueblo de Cataluña”, Con lo cual Torra demuestra tres cosas: que ha pedido una entrevista y el presidente no le ha querido recibir; que sigue empeñado en hacer propuestas retóricas, es decir, que sólo pueden recibir una respuesta: no; y que basta que Esquerra Republicana insinúe alguna cosa para que él, diga lo contrario. Este es el estado de situación del soberanismo catalán.
Ha muerto el escritor italiano Andrea Camilleri, que se inventó el vigatés, una lengua que no existe, como propia de Vigata, una ciudad que tampoco existe. Y creó el comisario Montalbano, un hombre con espíritu anárquico que, en palabras de su autor, no desobedece nunca. Hace unas pocas semanas Camilleri había sido entrevistado en Le Monde: “La gran mayoría de los italianos, decía, han adorado a Mussolini y esta voluntad de obediencia nunca ha desaparecido. Tenemos una cierta inclinación a la servidumbre. Salvini levanta la voz y todo el mundo le sigue. Nos gusta mucho no tener que pensar, que otros piensen por nosotros”.