Fiesta del agua para los niños en una de las pocas guarderías abiertas en verano
Abierto por vacaciones: una serie de reportajes de los trabajadores y trabajadoras que no alteran sus rutinas en verano
Madrid
Al caminar una mañana de verano por la calle Carmen Cobeña, en el barrio madrileño de Arganzuela dos cosas llaman la atención: el calor sofocante de la capital y los gritos de muchos niños de fondo. Unas voces que provienen de la Escuela Infantil Nemomalín, uno de los pocos centros que abre todo el verano para acoger a decenas de niños que los meses de julio y agosto no tienen otra alternativa. Las guarderías abiertas por vacaciones cambian su programación e, incluso, el menú y se reinventan para que el verano de los más pequeños no se haga tan cuesta arriba.
Muchas familias no pueden asumir todos los meses de vacaciones que tienen sus hijos por eso, muchos padres y madres agradecen servicios como este. Los campus de verano sirven para que los pequeños se entretengan, pero muchas veces solo duran uno de los meses estivales. "Uno de los objetivos de nuestra escuela es que los padres puedan conciliar al final su vida laboral con la familiar", cuenta Silvia Trabas, responsable del centro, mientras eleva la voz por los gritos de la 'asamblea'.
Los niños llegan a las siete de la mañana y, después de un rato de juego libre, se reúnen en esta peculiar 'asamblea'. "Una, dos y... tres", grita una de las profesoras frente a unos 30 pequeños, "¡buenos días!", responden todos al unísono. Luego, se ponen a cantar canciones y a contar cuentos en esta primera hora de la reunión matutina. "Ahora en verano reunimos a todos los grupos en el patio, porque somos menos y, después. empezamos las actividades programadas", explica Inés, una de las profesoras.
Normalmente, la escuela solo acoge a pequeños de entre cero y tres años, pero esta época es excepcional: "Vienen muchos hermanitos de nuestros propios alumnos y antiguos alumnos que vuelven", explica Trabas. El pasillo está forrado con palmeras de cartulina verde y marrón y monos colgando. Se trata de un zoológico que han creado para pasar el verano. "Cada grupo de edad lo denominamos con un animal acuático: a los bebés como los peces; los grupos de uno a dos años son los pulpitos y las estrellas de mar y los de dos a tres años, caballitos de mar y delfines".
Al final del pasillo de este 'zoo' está Alejandra, vestida con un delantal y un gorro, cortando la sandía. De ella depende el menú y asegura que en esta época intenta variar un poco para que los pequeños no se casen: "Más cosas frescas como ensaladas. Hoy, por ejemplo, tenemos una ensalada de lacitos con tomate, jamón y queso. De fruta ponemos sandía, melón y los básicos como la pera, la manzana y el plátano".
La guardería organiza también actividades acuáticas para sacar de la rutina a los pequeños. "Pues a mí me gusta la fiesta del agua", dice la pequeña Iris, "nos mojamos con globos azul, 'blue'. Y también con pistolas, y también me gustan los helados". En verano no tienen clases de inglés, pero continúan dando algunas lecciones durante la mañana para que los pequeños sigan aprendiendo. "Hacemos un mural con las emociones de la tristeza y la alegría y ellos lo van distinguiendo. Hoy les vamos a contar un cuento sobre la tristeza para que sepan identificarla, trabajarla y asumirla", cuenta la profesora Inés.
"A alguno se les nota cansados de todo el curso, sobre todo los que vienen muy pronto que ya están saturados, los pobrecitos. Pero es verdad que ellos se lo pasan super bien, están muy contentos. Intentamos que aunque estén cansados, esto sea lo más llevadero posible", explica. Tarde o temprano todos se van de vacaciones pero, mientras tanto, este centro es una solución para pequeños y mayores.
Fiesta del agua para los niños en una de las pocas guarderías abiertas en verano
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