Venecia 2019: Catherine Deneuve se ríe de sí misma en 'La Verité'

Venecia

Era la inauguración perfecta para Cannes. Dos damas de la interpretación francesa, como Catherine Deneuve y Juliette Binoche, en un drama madre e hija salpicado de bromas galas y de franceses de casas grandes bebiendo vino, firmado por Kore Eda, el director japonés que hace un año ganó la Palma de Oro de aquel festival. Sin embargo, no llegó a tiempo para la ocasión y ha sido el Festival de Venecia quién finalmente se ha quedado esta historia íntima y olvidable.

La verité tiene la mirada del japonés, ese optimismo irremediable que le acompaña a pesar de que su cine se adentre en historias de perdedores emocionales. La crítica le compara en exceso con Spielberg, por su retrato de las emociones, el foco en las relaciones familiares, como De tal padre, tal hijo, de la que el estadounidense hará un remake. Sin embargo, Kore Eda siempre dice que su cine se acerca más a Ken Loach, cineasta obrero por excelencia.

Poco tiene de retrato de diferencia de clases esta cinta de inauguración, aunque sí habla de servidumbre, la de las actrices divas a todo su séquito de empleados. La diva, obviamente, es Catherine Deneuve, que se ríe de sí misma. Una actriz de 78 años, archiconocida y reputada, que acaba de publciar sus memorias y reúne en su mansión a su hija, una guionista afincada en Nueva York, a su nieta y su yerno, un actor malo de la televisión norteamericana. Juliette Binoche y Ethan Hawke son la pareja.

Kore Eda juega con el mecanismo de cine dentro del cine, de confrontar televisión y cine, de viejas y jóvenes actrices. Y de hablar de perdones, rencores y traumas de la infancia, tan anclados a la burguesía gala. Lo interesante de la mirada del director de Mi hermana pequeña es que se aleja del drama, de la discusión y del jaleo; acercándose más a un fino sentido del humor y a unas relaciones familiares patológicas, pero con remedio.