Cómo llenar estadios con 17 años: el fenómeno Billie Eilish
La menor de edad más influyente del mundo
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Madrid
Billie Eilish suena íntima, teatral. Suena a años de experiencia musical, aunque en su carnet de identidad aparece una cifra bien baja, 17 años. Es decir, que todavía no puede entrar en estadios en los que se consume alcohol, pero Billie Eilish los llena. La artista abarrotó anoche el Palau de Sant Jordi de Barcelona y hará lo propio esta noche en el WinZik Center de Madrid donde las entradas están agotadas desde hace semanas.
Éxito sin pasar por la televisión
La artista estadounidense ha sido nombrada la menor de edad más influyente del mundo y, como su generación, -la Z, la post-millennial- se mueve en otro hábitat completamente alejado la industria musical tradicional: el de las plataformas digitales. A diferencia de otras estrellas del pop adolescente, Eilish no comenzó su carrera en la televisión, con un programa infantil, comenzó con una canción compuesta por su hermano que subió a la plataforma SoundCloud cuando sólo tenía catorce años. Y de ahí a la fama, de forma tan explosiva como precoz, porque 'Ocean Eyes' sumó en poquísimo tiempo dos millones de reproducciones en Spotify. Y en poquísimo tiempo también alcanzó los 32 millones de usuarios en Instagram.
Eilish pertenece al nuevo underground de artistas jóvenes como Gotye o Cody Simpson que crean enormes bases de fans en YouTube o SoundCloud antes de buscar el apoyo de las grandes discográficas. Y el lema de estos unicornios musicales del siglo XXI es siempre el mismo, la autenticidad. Todos suben vídeos con confesiones desde sus dormitorios a Instagram Stories, por ejemplo. Todos combinan a la perfección música y redes sociales.
Lo auténtico contra la perfección
La autenticidad de Eilish pasa además por ser una anti diva, tal y como ha descrito en La Ventana el crítico musical de El País, Fernando Navarro, "las divas tenían unos patrones clásicos; maquilladas, exponentes a bailar siempre en sus videoclips de una manera muy organizada, y Eilish se muestra tal como es, incluso a veces hace alarde de sus defectos. Es un personaje contrario a donde se encuentra el clasicismo de las divas del pop", describe. Para Navarro "conecta con los adolescentes y conecta con su angustia, conecta con un entorno paranoico, con los problemas heredados de sus padres, con una sociedad con bastantes averías que se mueve en los extremos de elegir un día a Obama y otro a Trump".