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Venecia defiende el cine español que no quieren las televisiones privadas

'Blanco en blanco' de Theo Court y 'Zumiriki', de Oskar Alegría compiten en la sección Horizontes del Festival de Cine de Venecia mostrando un cine diferente

CEDIDA

Venecia

El género de éxito en estos últimos años del cine español es la comedia alocada. No hay más que acercarse a los datos de taquilla y a las películas que eligen producir las televisiones privadas. Gracias a ese éxito, el cine español cerró el primer semestre del año con 36.321.596 de euros de recaudación, aunque es algo inferior a lo obtenido el año anterior, son las comedias las que han tirado del carro. Es el caso de Lo dejo cuando quiera, la película más vista de este año, con más de 11 millones de espectadores, y producida por Telecinco Cinema, o el caso de uno de los éxitos del verano, Padre no hay más que uno, producida por Santiago Segura y bajo el amparo de Antena 3.

Sin embargo, en los festivales internacionales triunfa un cine mucho más pequeño que sobrevive gracias a la coproducción con países de América Latina o gracias al trabajo y al empeño de sus realizadores. En Venecia hay tres películas españolas que compiten en la sección paralela del certamen, la sección Horizontes. Una de ellas es Blanco en blanco, del director español Théo Court, que produce Canarias y Chile, una historia sobre el genocidio indígena en la Patagonia. "El espectador se siente un poco responsable de haber permitido que eso pasara", decía el director. 

"La historia muestra cómo participamos del horror sin tocarlo, solo con mirarlo. Eso es algo que está hoy día, cómo miramos el horror desde la ventana o desde la televisión. Tenía ganas de hacer una especie de wéstern y de mezcla de géneros, entre un drama de un señor que se obsesiona con una niña y que luego se acaba convirtiendo en un wéstern en la salvaje Patagonia".

Es una película muy actual, que habla también del colonialismo, de dejar a los otros de lado, con una mirada a la fuerza dela imagen. Es como si la película siguiera al dedillo los postulados de Susan Sontag, que en su libro, Sobre la fotografía, analizaba la representación que hacen las imágenes de la realidad. "Como cineastas que mentimos constantemente para generar ciertos certificados. Eso me lo aplico a mí mismo", añadía Court. Por eso, la cámara está situada para hacer que el espectador se sienta el protagonista, un papel que interpreta el actor chileno Alfredo Castro. De esa manera observamos como observa el personaje cuando obtiene las fotografías, y así sentimos la culpabilidad de lo que ocurre en ese lugar.

También ha llevado hasta la sección horizontes de Venecia el director navarro Oskar Alegría con Zumiriki, un documental sobre la memoria, el paisaje y esa España vaciada. "Es una zona donde hay despoblados y se habla de un movimiento como es el garbancismo de esta generación nueva que estamos intentando volver a ese sitio del que nuestros padres salieron, en parte por el hambre, y que no comprenden muy bien este interés en regresar", explicaba el director.

Zumiriki es una apuesta arriesgada, un experimento cinematográfico sobre la memoria, el tiempo y el lenguaje. Sobre la identidad, sobre quiénes somos si nos despojarnos de todo, si volvemos a lo mínimo. Alegría sigue a unos pastores en su última noche pastoreando y reflexiona con ellos o sobre ellos. Sigue los pasos de su padre, que compró una cámara y grababa el bosque, con una mirada totalmente limpia. "Envidio mucho esa manera de filmar, muy primitiva, de una persona que se compra un tomavistas y empieza a usarlo como puede. Empieza a grabarnos a nosotros, su familia, pero también las plantas. De una manera intuitiva está haciendo un diccionario, lo está registrando. Yo ya vengo muy viciado".

El paisaje y los hombres, podría haberse titulado este documental. "Hay un punto de partida que es cuando se altera el paisaje porque construyen una presa. Me gusta esa premisa de que el paisaje nos altera. Es un escenario perfecto, que me permite juzgar con muchos elementos", explicaba Alegría.

El director de la Mostra dijo de Zumiriki que era la película más inclasificable del estreno. "Me gusta lo de no poder clasificar la película, aunque eso tiene su riesgo porque podría ser acogida de una manera más crítica", reflexionaba el autor. La película parte de un deber familia. "Mi padre tiene una orilla filmada y falta filmar la orilla de enfrente. Es una película que nos completa. Luego entran otras historias que son afluentes a esta historia principal. Es el arte del desvío, salir de la historia para estar en la historia. Es difícil de clasificar y, a lo mejor, de ver, pero si no, yo no la hubiera hecho así", añadía. "Creo en este tipo de cine sin oxígeno".

Junto a ellos, ya ha pasado por el festival el tercer español en esta sección, Rodrigo Sorogoyen con Madre, una historia íntima sobre el miedo y la maternidad, protagonizada por Marta Nieto.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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