¿Vendedores de humo?

Madrid

Ser un bocazas y un activo tuitero suele crear problemas. Si además el individuo es presidente de los EE.UU., los inconvenientes pueden alcanzar niveles críticos y planetarios. El banco de negocios JP Morgan ha creado un índice para medir el impacto de los tuits de Donald Trump en los mercados. Y ha concluido que cuando el presidente estadounidense está más activo en Twitter, los mercados tiemblan, mientras que cuando tiene los dedos quietos, las bolsas están más calmadas.

El índice dice mucho de la irresponsabilidad del personaje, pero también de los pies de barro de un sistema capaz de mover la economía global y que se gobierna, a veces, por impulsos tan primarios. En los últimos años, salvando todas las distancias, hemos conocido fenómenos extravagantes capaces de despertar una fiebre inversora. Una compañía canadiense se forró vendiendo aire puro embotellado en latas; un empresario avispado, Dennis Hope, ha hecho un negocio millonario vendiendo parcelas en la luna. Aquí, una señora de Vigo pretendió escriturar el sol a su nombre para vender trocitos en eBay o cobrar un canon por el disfrute de sus rayos. Y también de aquí es una empresa canaria que desde hace años vende el tiempo por días. Muchos pensarán que es vender humo, pero mientras haya compradores dispuestos poco hay que decir. Más preocupante es lo de Trump, muy difícil de medir en sus consecuencias a pesar de índices como este de JP Morgan.