Abrir el tabú del suicidio puede salvar vidas

Durante años el suicidio ha sido un tema tabú. También para los medios de comunicación. A los periodistas se les recomendaba no mencionarlo para evitar el efecto contagio. Pero especialistas e instituciones insisten: hay que hablar del suicidio, hay que hablar claro y hay que sacarlo del cajón oculto en el que lo hemos guardado, porque sólo así se puede reflexionar sobre un problema que existe. 

Para eso, para reflexionar, hemos querido estar acompañados de profesionales. Mercedes Navío, psiquiatra experta en prevención y coordinadora de la Oficina Regional de Salud Mental de la Comunidad de Madrid: "es bueno hablar del suicidio en términos de prevención, acabar con el silencio que ampara un tabú social que termina costando vidas. Es bueno facilitando el que la persona que pueda estar pensando en quitarse la vida sepa que hay alternativas y que puede pedir ayuda".

Los datos son preocupantes. El número de jóvenes que decide quitarse la vida se ha triplicado en los últimos 30 años. Cada día en España se quitan la vida alrededor de 10 personas, al menos una de ellas es o adolescente o adulto joven, según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2017. De hecho, el suicidio es ya la principal causa de muerte entre los jóvenes adultos, por encima incluso de los accidentes de tráfico. 

En 2017 se consumaron 3.679 suicidios en nuestro país, pero esto es solo la punta del iceberg porque, según la Organización Mundial de la Salud, detrás de cada suicidio hay 20 tentativas. Ese mismo año murieron en accidente de tráfico 1.500 personas y se hicieron cuatro campañas para concienciar sobre la seguridad vial.

"Lo que pasa por la mente de un joven es el bloqueo emocional, el no tener salida y el solucionar rápidamente las cosas. Quizá en la adolescencia no está tan ligado a otro tipo de trastornos mentales, es una conducta", afirma José Luis Pedreira Massa, psiquiatra, psicoterapeuta infantil y profesor de patología en el grado de criminología de la UNED. 

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José Luis es un superviviente. Intentó quitarse la vida cuatro veces. "El dolor psíquico es muy muy fuerte, hasta que llegas al punto de acabar con todo literalmente", afirma José Luis, que reconoce que llegó a no sentirse útil, a verse como alguien prescindible. "La terapia es súper importante para poder gestionar todo este tipo de dolor y todo este tipo de emociones; la prevención es fundamental. No sólo hay que preparar a los profesionales, también hay que preparar al resto de personas".

Con Carles Alastuey, vicepresidente de DSAS, Después del Suicidio, una asociación de supervivientes y familiares, hemos podido hablar sobre el efecto devastador que supone para una familia un golpe tan duro como es el suicidio de un ser querido. "Cuando una persona se suicida tiende a pensar que su desaparición contribuirá a que su entorno esté mejor. El suicida piensa que su situación no tiene solución desde la lógica de la vida y tiende a pensar que es mejor para todos que desaparezca, que se vaya, y es algo que hay que desmentir". Alastuey sostiene que este es "uno de los duelos más complejos que puede abordar una persona".

El Gobierno ha anunciado que antes de que acabe el año va a poner en marcha un nuevo protocolo de salud mental que va a incluir un número de teléfono para atender a los pacientes. También va a montar cuatro grupos de trabajo: uno con representantes de las comunidades, otro con sociedades científicas, un tercero con medios de comunicación y el cuarto con la sociedad civil representada por las asociaciones de pacientes y usuarios. Todas las aportaciones se van a recoger para integrarlas posteriormente en una estrategia global.