'La inocencia', liberación adolescente en el pueblo
Lucía Alemany presenta en San Sebastián su ópera prima, una incursión de la adolescencia en el pueblo basado en las propias vivencias de su juventud
San Sebastián
En La inocencia se respira pueblo. Se huelen las calles, se siente a la vecina, se disfruta el verano, se sufre septiembre… La debutante Lucía Alemany ha presentado en el Festival de San Sebastián su ópera prima, una incursión en la adolescencia en el pueblo en el que todo resulta honesto y reconocible. La autora se ha basado en sus propias vivencias y su experiencia en el pueblo. La historia gira en torno a una joven, sus amores de verano, sus fiestas con las amigas, la incomunicación con sus padres y la vuelta a la normalidad tras el fin de la feria. Esa sensación de vacío que deja el fin del verano ante la vuelta del instituto. En este caso, condicionada por un asunto al que le cuesta enfrentarse.
“Yo quería dirigir una historia de un tema que se tiene que hablar y porque el mundo rural se diera a conocer”, defiende Alemany. Ese tema es el aborto entre las adolescentes en un entorno tan cerrado, un tema tabú que afronta con luminosidad y delicadeza. “Me gustaba contar cómo la adolescente aprende a darle importancia a ciertas cosas. En cine se ha hablado mucho, pero sí de algo me he dado cuenta desde que he hecho esta peli es lo que le cuesta a las chicas decir que han abortado. Mientras estás guardando un secreto así, se te va enquistando dentro. Si lo podemos hablar en los medios, le podemos dar luz a ese tema”, explica.
A la joven realizadora le interesaba explorar y retratar con realismo esa etapa vital y el proceso de asunción de responsabilidades en ese tránsito de la infancia y a la época adulta. “A esa edad empiezas a imaginarte quién eres y quizás a veces machacamos a los adolescentes y no nos damos cuenta, necesitan libertad, saber quiénes son. Y por eso la protagonista necesita romper con a algunas cosas para poderse liberar”. La actriz Carmen Arrufat da vida a esa joven inquieta que sueña con trabajar en un circo y salir de ese espacio ante un padre autoritario y una madre impasible. Sergi López y Laia Marrull dan vida a los progenitores mientras que Joel Bosqued es el novio cani del pueblo vecino.
Alemany recoge en toda su esencia el espíritu del pueblo. El sentido de comunidad, los chismorreos, la preocupación por las apariencias… El pueblo como espacio de libertad pero también como cárcel. “Un pueblo es un espacio de mucha libertad, sin hora para llegar a casa, jugar en la calle… Pero también es muy difícil vivir sabiendo que todos te conocen y el qué dirán. Pero ahí está la responsabilidad de todos de tomárnoslo de otra manera, me gustaría enterrar ese mito. Para mí, mi pueblo sí fue mi cárcel y cuando volví años más tarde, no. Para mí el pueblo es un personaje más que conforma esta historia. Era muy importante describir el contexto, porque metida ahí, en ese contexto, te está contando algo de la actualidad, de la valencianidad, del personaje, te permite vivirlo desde dentro”, describe sobre la importancia de anclar la historia a la localidad castellonense de Traiguera. Y eso también pasaba por retratar a una juventud pegada a las redes sociales mientras en la discoteca suena Chimo Bayo. “Es que suena todo el rato. En discotecas, en bodas… Ya no me da nostalgia. Es como una sociedad que se ha quedado anclada”, concluye entre bromas.