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Acoso moral

El acoso en las clínicas para abortar llega a España

Más de 8.000 mujeres han sido acosadas al acudir a una clínica para abortar desde 2010

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Madrid

Son más de 8.000 las mujeres han sido acosadas al acudir a una clínica para abortar desde 2010. Es un cálculo que hace la Plataforma ‘Pro Derechos’ que está compuesta por 62 asociaciones y cuyo objetivo es proteger a las mujeres que quieren interrumpir su embarazo. El hostigamiento suele producirse a las puertas de los centros sanitarios donde les insultan, les enseñan imágenes de fetos, les ponen muñecos en sus manos simulando ser bebés e incluso les invitan a entrar en ambulancias para que vean su feto mediante una ecografía.

Ángeles Jaime De Pablo, presidenta de la ‘Asociación de Mujeres Juristas Themis’, ha estado en La Ventana y ha explicado que “estos acosos lo que tratan es de impedir a las mujeres que ejerzan un derecho que tienen reconocido en la ley”; por lo tanto, creen que tiene que ser ilegal al estar “reconocido en el código penal como un delito de coacciones”.

Las mujeres que se encuentran con estas situaciones de acoso se enfrentan a un sufrimiento doble; y es que no solo tienen que soportar el hostigamiento, sino que después -en muchos casos- tampoco tienen fácil denunciar “porque uno de los efectos que tiene este acoso no es solamente atentar contra el derecho a decidir sobre una maternidad responsable.Es que, además, se está atacando el derecho a la intimidad”.

Y es que De Pablo explica que estas situaciones se producen especialmente en ciudades pequeñas -pone Albacete como ejemplo- y allí “estas personas pueden conocer a la mujer que va a interrumpir el embarazo. Pueden vulnerar su intimidad de manera que algo que ella ha querido preservar en esa intimidad sea conocido por su entorno”.

"Les da lo mismo que vayas a abortar o a hacerte una citología"

En La Ventana hemos hablado también con María, una mujer que padeció este acoso, precisamente, en Albacete. Ella es María, y asegura: “Estas mujeres hostigan a las mujeres que va a abortar y alas que no. A ellas les da igual. (…) Les da lo mismo que vayas a abortar o a hacerte una citología”.

Ha explicado cómo fue su experiencia: “Tuve que ir a la clínica y cuando llegué a la calle en la que estaba localizada, una señora estaba rezando el rosario calle arriba calle abajo. A mí me sorprendió, pero no le iba a decir a la señora dónde tiene que rezar el rosario”. Tras entrar a la clínica y volver a salir para atender una llamada, esta mujer “me cogió del brazo y me dijo: «No lo hagas, no estás sola». (…) Me empezó a decir que pertenecía a un grupo 'provida', me dijo que me podían ayudar, que tenían ropa, dinero abogados… Seguía sin entender nada”.

Las dificultades para denunciar

Después de investigar qué era lo que había ocurrido y ser consciente del hostigamiento, María intento denunciarlo ante la policía: “Estuve hasta tres horas porque no querían poner denuncia porque ellos -todos eran hombres- decían que eso no era ningún delito. Yo les dije que eso era decisión de un juez”.

De Pablo ha explicado que ha pasado en más de una ocasión en que la Policía no ha querido interponer la denuncia: “Cuando se va a interponer la denuncia puede pasar que la policía se niegue a recoger la denuncia, aunque tampoco tienen competencias para determinar si es o no es delito”, algo que -explica- también les ocurre a los profesionales que trabajan en estas clínicas.

Una vez se interponen las denuncias “la respuesta que se ha encontrado con carácter general es la impunidad”; porque -asegura- “la policía no actúa, ni la nacional ni la municipal”.

Francia lo frenó

Estos casos de acoso también ocurrían al principio en Francia; pero allí -cuenta De Pablo- “se documentaron este tipo de acosos, hubo un consenso de los grupos parlamentarios y se tipificaron expresamente estos actos”.

Ahora la plataforma de De Pablo y otras asociaciones se han reunido con los principales grupos parlamentarios a excepción del Partido Popular del que no obtuvieron respuesta.

Acciones organizadas

“Son grupos inspirados por grupos ultra religiosos. No hay un respeto a los demás”; y esto, cuenta De Pablo, es algo de lo que España se había librado hasta ahora que, tras haberlo visto en Estados Unidos “lo tenemos en España por una conducta de emulación”.

La asociación de De Pablo ha pedido reunirse también con las autoridades de las comunidades autónomas: “Parte del problema es que -por ejemplo, en Madrid- este servicio no se presta en los hospitales donde el derecho a la intimidad estaría más preservado”.

 
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