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Sexo de ver, oír y callar

No siempre exhibimos a nuestras amantes, creando cierta confusión a nuestro alrededor sobre nuestra orientación sexual. ¿Se debe exhibir tanto?

Dos mujeres / Getty

Madrid

No siempre exhibimos a nuestras amantes, creando cierta confusión a nuestro alrededor sobre nuestra orientación sexual. ¿Se debe exhibir tanto? Muchas veces me preguntan cuándo salí del armario y reconocí que soy bisexual: Aquí, en este programa, frente a estos micros y con toda la audiencia, conocida y desconocida.

Algunas ya lo sospechaban. Y digo algunas porque a las que menos le extrañó fue a las mujeres. A los veinte años bastaba con que pareciera que el sexo era tan divertido que capaz eras de cualquier cosa. Gracias a eso tuve mis primeras amantes mujeres. Compañeras de facultad que, tan a escondidas como yo, se dejaron querer y jugaron a quererse. A los treinta, me atreví, por primera vez, a decirle a unos cuantos cómo era capaz de querer. Alguna vez fue cosa de tres en vez de dos, ¡magnífico trío que todos los hombres quieren! Otras volví a repetir los mecanismos de cuando era pequeña: ver, oír y callar. Y entonces, Hay quien se permite la osadía de dudar de ti,. Como si las amantes tuvieran que exhibirse para que tuvieran su valor. ¡Cuánta mediocridad y yo qué vieja!

Dejemos la tarea hecha. NO pienso exhibir a mis amantes, sean quienes sean. No alimentaré ni el morbo de unos ni la soberbia de otras. Si no supiste con quien estuve, pregúntate por qué. Probablemente, ni siquiera lo merezcas.

 
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