Gaizka Pasalodos, Paula Ezcurra, Lucía Caraballo y Antonio J. Belvis sufren en sus carnes no sólo las consecuencias de la difícil situación económica general para los jóvenes, sino también los vaivenes de la industria del cine y el teatro. Solamente un 8 % de los actores y actrices españoles pueden llegar a fin de mes según datos de la AISGE (sociedad de artistas e intérpretes).

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Ellos nos cuentan que tienen que aprender a lidiar con la inestabilidad laboral que supone firmar contratos temporales todo el año que pueden llegar durar unos pocos días de rodaje cada uno y la constante frustración de ir de casting en casting buscando, ya ni siquiera una oportunidad, sino que al menos accedan a verlos. Todos están de acuerdo en que el primer paso para crecer es pasar por el corte de las agencias de representación mucho antes de ir directamente a los directores y productores.

Lucía forma parte de ese pequeño grupo que es capaz de salir adelante únicamente con el fruto de su trabajo como intérprete, pero también es consciente de que nada le asegura hoy que en dos o tres años sigan los vientos soplando a su favor. Por su parte Gaizka muestra la otra cara de la moneda. Si no fuera por su trabajo en un restaurante, las eventuales oportunidades que encuentra en series y películas no serían suficiente para salir adelante y soportar la sala de teatro que lleva con unos compañeros de profesión.

Destaca, aún así, el optimismo con el que hablan todos y el amor que demuestran por su oficio Paula o Antonio, aún estudiantes como Lucía de la escuela de arte dramático Corazza, que seguirán intentándolo pese a todo.