Decía Agatha Christie
Madrid
Decía Agatha Christie: “En realidad, lo único que anhelaba era un matrimonio feliz. De eso estaba segura, como todas mis amigas. Presentíamos la felicidad que nos aguardaba; ansiábamos amar, ser protegidas y queridas, sin tener que variar nuestras costumbres, pero anteponiendo vida, profesión y éxito de nuestro marido; como era nuestro deber. No necesitábamos píldoras ni sedantes, teníamos esperanzas y disfrutábamos de la vida. Había desilusiones y momentos de tristeza, pero en conjunto, la vida era divertida. Tal vez lo sea también para las chicas de hoy día, aunque no lo parece. Sin embargo, quizás disfruten con la melancolía: hay quien lo hacen. Tal vez gocen con las crisis emocionales que las asaltan continuamente; puede que, incluso, saboreen la angustia tan frecuente en la actualidad”.
Decía Agatha Christie
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La reina de la novela negra, la gran dama del crimen, escribió estas palabras en su autobiografía cuando se refería a su divorcio y a la gran conmoción que le supuso. De hecho, desapareció de su casa por varios días y después, cuando fue hallada en Harrogate, oculta y presuntamente sin memoria, viajó con su hija Rosalind a las Canarias. Corría el año 1927, y para muchas viajeras británicas las islas se habían convertido en un hermoso lugar de un exotismo domado, con una numerosa colonia británica. Primero en Tenerife, en el Hotel Taoro, después en Gran Canaria, en el Hotel Metropole, recorrió los puntos más bellos y trató de olvidar su pena con una nueva novela (“El misterio del tren azul”) y varios cuentos que se reunieron bajo el título “La señorita Marple y los 13 problemas”.
Agatha no sabía entonces, no podía saberlo, que poco tiempo más tarde un matrimonio más afín y equitativo le aguardaba a la vuelta de la esquina, y que su carrera literaria continuaría durante cincuenta años más, con un éxito imparable que aún continúa. Nacida en los últimos años del imperio victoriano, dotada para la descripción y para la acción a partes iguales, la primorosa construcción de cada uno de sus misterios revela la lucha que debió mantener porque su imaginación, sus miedos y sus convenciones se mantuvieran encadenadas bajo una apariencia agradable. “La angustia tan frecuente en la actualidad…” Es menos conocido que escribió también una serie de novelas de corte intimista bajo el pseudónimo de Mary Westmacott. Una de ellas “Lejos de ti esta primavera” revela la lacerante humillación de una mujer que descubre, atrapada por un retraso en un tren, que todo lo que creía sobre su matrimonio y su marido es una máscara que se hace añicos al contemplarla desde la distancia.
Cincuenta años antes otra británica, Marianne North, había recorrido también las islas: pintora de un enorme talento, su especialidad, la botánica, considerada perfecta para la sensibilidad y la dulzura de las mujeres le hizo gozar de fama, de prestigio y de inacabables horas de goce: a diferencia de Rose Bonhour, que solo tras décadas y décadas ha logrado que uno de sus cuadros cuelgue del museo del Prado, Marianne no chirriaba. No se casó, aunque pensaría de una manera muy similar a la de Agatha, que podía haber sido su sobrina. La vida era perfecta tal y como era.
“Tal vez lo sea también para las chicas de hoy día, aunque no lo parece”; terribles últimas palabras las de ese texto. Y qué sospecha tan perturbadora la de que con ellas nos toma el pelo la dama negra, qué certeza de que ella misma conoció la angustia, conoció el abandono y la ira, y se consoló, misterio a misterio, asesinando a personajes que tanto lo merecían.