Historias que se repiten

Madrid

Hay una frase que dice que la historia se repite como tragedia o como farsa. Y no se sabe como qué, pero desde luego aquí algunas historias se repiten.

Tras la sentencia, ayer se llenó otra vez la escalinata del Parlament como aquella vez en que, tras proclamar la independencia, la tomaron alcaldes que celebraban pese a que, en primera fila, pocos en el Govern tenían aspecto de celebrar nada. Languidecían, porque entendían, como hace ahora el Supremo, que aquello era un señuelo, una farsa, o porque sabían que habían hecho algo por lo que, de acuerdo con el orden legal, serían enjuiciados.

Ha vuelto en este octubre la imagen de aquella tarde de octubre en que Puigdemont y Junqueras iban juntos sin mirarse, sin hablarse. Si Puigdemont no le dijo a Junqueras que ya tenía pensado largarse. Son esos detalles que conviene tener en la memoria. Así se entiende mejor que Puigdemont, a miles de kilómetros, diga que esta al lado de los presos. No dice del lado. Dice al lado.

Conviene tener fresca la memoria. Y así vuelven a aparecer los testimonios de Casado, de Rivera, insinuando poco menos que una bajada de pantalones de la Abogacía del Estado porque ellos ya sabían que era rebelión cuando al final resultó ser sedición.

Nuevo ciclo tras la sentencia. Nueva etapa. Un reset. Todo eso hay o puede haber. Pero hay también algunas también historias que se repiten. Y de las historias que se repiten se sabe ya lo que se dice.

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