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Un mal día lo tiene cualquiera

Un explorador empedernido

El 29 de octubre de 1618, el explorador que prometió encontrar El Dorado, Sir Walter Raleigh, fue ejecutado tras desobedecer órdenes reales

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Hoy en día parece estar muy bien valorado esto de ser emprendedor. Pero llegar muy lejos muy rápido tiene el riesgo de acabar haciendo un viaje de vuelta de las mismas características.

Esto es cierto ahora y también lo era en el siglo XVI, que es cuando vivió la mayor parte de sus aventuras nuestro protagonista de hoy, el explorador Sir Walter Raleigh. Aunque algunos ingleses ya conocían tanto las patatas como el tabaco, que habían traído a Europa los españoles desde América, fue él quien popularizó el consumo de estos dos productos en el Reino Unido.

Por este y otros servicios Raleigh se convirtió en uno de los favoritos de la reina Isabel I. Aunque esta monarca es conocida como “la reina virgen”, lo cierto es que Isabel era también muy celosa. Cuando se enteró de que Raleigh se había casado en secreto con una de sus damas de honor, los encarceló a ambos en la Torre de Londres.

Para intentar ganar de nuevo el favor de la reina, Walter prometió a la reina que encontraría para ella la mítica tierra de El Dorado. No la encontró, y tampoco consiguió el favor del nuevo monarca, Jaime I.

Al rey le caía mal Raleigh, y claro, no se limitó a dejar de invitarlo a sus fiestas: lo condenó a muerte por traición. Pero Walter tuvo algo de suerte. Al final le conmutaron la pena y lo mandaron de vuelta a la Torre de Londres. Estuvo doce años allí, y consiguió salir con la misma jugada: prometiendo al rey que encontraría El Dorado.

Una vez más, Raleigh no solo no encontró El Dorado, sino que desobedeció las órdenes reales al atacar a una flota española. Al volver a Inglaterra, el rey decidió que Raleigh había agotado sus oportunidades: fue ejecutado el 29 de octubre de 1618.

En su celda encontraron la bolsita en la que guardaba el tabaco, con una inscripción que decía: “Fue mi compañero en los tiempos más miserables”.

 
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