Los niños olvidados de Bosnia
Preocupa la situación de los refugiados en la frontera de Bosnia con Croacia, donde podrán llegar a los -20º en el invierno que se avecina y cientos de menores viven en tiendas no acondicionadas
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En la zona norte de Bosnia, junto a la frontera con Croacia, hay una gran concentración de refugiados. Allí ha viajado el Director de Save The Children, Andres Conde.
Ya en 2018 Save The Children publicó que había más de 1.300 menores refugiados, y ahora Conde asegura que la situación no ha mejorado y es todavía una de las zonas, junto con Grecia, que más preocupa a la organización. “En Grecia por la sobresaturación. Allí tenemos 53.000 refugiados en este momento y en unas condiciones muy malas, pero en Bosnia es donde la situación de riesgo puede ser mayor, porque muchos de ellos se encuentran al raso en asentamientos informales y justo empieza el frio. Ahora hay 5ºC, pero podemos llegar a los veinte grados bajo cero”.
Hay más de 4.000 personas viviendo en tiendas sin agua ni saneamientos mínimos. En torno al 25% de ellos son niños y niñas, muchos de los cuales han llegado solos. “Acabo de mantener conversaciones con muchos de estos niños no acompañados. Un niño de doce años que dejó Afganistán cuando tenía diez años me contaba que ha intentado cruzar la frontera 33 veces y en todas ellas ha sido devuelto en caliente por la policía croata”, relata Conde. Su única esperanza, dice, es seguir intentando cruzar, porque no puede volver, ya que huye de las bombas y el asesinato de su padre.
Algunos de quienes llegan prefieren seguir viviendo en Bosnia en lugar de seguir su camino hacia Alemania o Francia por el buen trato que reciben de la gente. Conde explica que “hay una concentración de refugiados y migrantes muy importante en esta zona norte de Bosnia, pero no hay tensiones con la población local. Pero sí que es un país donde la administración se ha desentendido completamente de del problema de las llegadas”, por lo que son las ONG las que han tenido que ocuparse de darle respuesta.
Save the Children lleva varios años ofreciendo ayuda psicológica a los menores que llegan a los campos, en general con situaciones psicológicamente muy duras tras de sí. “Prácticamente todos han perdido familiares en sus países de origen. Las nacionalidades más más frecuentes son Afganistán, Irak, Siria o Pakistán, lugares donde han experimentado formas de violencia que nos nosotros como adultos jamás viviremos, entonces empiezan con estrés postraumático producido en sus lugares de origen, después a lo largo del trayecto migratorio han experimentado violencia, abusos y la enorme incertidumbre de no saber qué va a ser de tu vida y qué va a pasar mañana…” por eso para la ONG son fundamentales las intervenciones de salud mental y de recuperación psicológica y psicosocial de estos niños.
Conde subraya, sin embargo, que el trabajo con los niños y niñas es muy fácil porque en cuestión de horas reconectan con su infancia y vuelven a jugar y aprender. Aunque el hecho de que sean poblaciones en tránsito que se mueven constantemente dificulta el seguimiento de sus programas.
Los menores no tienen dificultades para integrarse en la sociedad, según Andrés Conde. Recuerda que, en una de las primeras llegadas, “los niños de la escuela de acogida bosnios recibieron con un aplauso a los refugiados”.