Si eres heterosexual, esto también tiene que ver contigo.
Si eres tan normativo, como quieren algunos, esto también
tiene que ver contigo.
Madrid
Andamos estos días con la política a flor de piel y los nervios de punta. Al tiempo que muchos estamos en las fiestas de Halloween, los políticos empiezan su campaña electoral. Serán diez días de mítines, de mensajes uno detrás de otros, de intentos por conseguir un puesto en ese preciado lugar llamado Parlamento del que salen todas las leyes bajo las que vivimos.
Y entonces, empieza la fiesta.
En la prensa, cada profesional cuenta lo que ocurre, quiero creer que intentando ser lo más imparcial posible. Pero, nos encontramos, con periodistas, de aquí, en España, en un país donde es legal casarse con una persona de tu mismo sexo, que no ven bien que una alcaldesa, recién elegida en Bogotá, bese en los labios a su pareja. ¿Por qué? Porque ambas son mujeres. Cada vez que emitimos un discurso en el que criticamos o nos burlamos de alguien por su orientación sexual, cimentamos el pensamiento de los que nos leen o escuchan. No dejo de repetir que la homofobia no es una opinión; es un delito de odio. Y, como tal, está tipificado por nuestro código penal. Deberíamos saberlo. Igual que deberíamos saber qué ofrece cada partido concretamente en referencia a los derechos de las personas LGTBI, porque, en cuanto lleguen al parlamento, ese odio que ahora apenas intuimos en sus declaraciones, dejará de ser solo exabrupto. Es muy probable que, en cuanto lleguen, quieran normalizar que dos mujeres no pueden besarse.
No crean que por ser heterosexuales se libran de tener alguna responsabilidad: Si eres tan normativo, como quieren todos esos partidos de derechas, esto también tiene que ver contigo. Hablamos de derechos humanos y de que cualquiera pueda sentirse orgulloso de ti, que no eres gay. Los derechos humanos son la prioridad de cualquier política mínimamente responsable.