El cine de Isabel Coixet en 10 reflexiones
La directora catalana repasa su carrera, el oficio de escribir y dirigir, la gestión de egos en un rodaje, la dirección de actores o su encuentro con Philip Roth en una masterclass organizada por Sundance TV
Bilbao
Prefiere escribir y dirigir que solo ponerse frente a la cámara. Le gustan los retos y confrontar cualquier desafío, ya sea rodar en una plataforma petrolífera o hacer una película en el Polo Norte. Su filmografía es tan variada que cuesta etiquetarla. Por eso, Isabel Coixet (Barcelona, 1960) es la directora más internacional de nuestro país. Catalana con alma japonesa, se ha acostumbrado a las críticas, a los vaivenes de un oficio a veces ingrato, a lidiar con los egos de un rodaje y a sacar adelante proyectos que sobre el papel parecen imposibles. Con una personalidad arrolladora, es autora y referente para una generación de cineastas. Sobre su carrera, sus miedos, sus lamentos y sus encuentros ha charlado en una masterclass organizada por el canal Sundance TV en Bilbao.
“Creo que soy una persona enferma, profundamente enferma. Tú ves algo difícil e imposible, y digo para allá voy. Debe haber algo en mí desde pequeña de hacer cosas que no están… Igual que lo de empezar en el cine de una familia con un padre obrero y de una madre ama de casa que había trabajado hasta que se casó con mi padre, que no veía bien esto. Siempre que veo aquello de Anthony Hopkins diciéndole a Jodie Foster en ‘El silencio de los corderos’ eso de que solo una generación la separa del hambre, yo pensé que hablaba de mí. Solo una generación me separa del hambre, del hambre vivida por los dos lados de mi familia. De esa cosa que nada te prepara para lo que quieres hacer o lo que sueñas con hacer, de eso nace esta cosa de el Polo Norte, Juliette Binoche y una japonesa haciendo de esquimal, pues dices vamos para allá”.
“La vida está en todas partes, está en el conflicto y está en la ausencia de conflicto. La vida de un director es una montaña rusa, a veces te quieren mogollón y a veces no te quieren nada. Yo siempre pienso, a ver si remonta la cosa y me vuelven a querer. Es esta vulnerabilidad extrema con la que todos jugamos. Lo que voy a decir quizás suena a que soy una persona un poco paranoica o maniática pero lo cierto es que hay directores que tienen bula, y hagan lo que hagan a todo el mundo le parece bien. Y hay directores que nos miran más con lupa. A mi desde el principio de mi carrera, me ha tocado que me miren con lupa y no me perdonen nada. Yo solo siento así”
“Yo trabajo mucho mas cómoda con mis guiones. Como respeto mucho la palabra y los guionistas con los que he trabajado, siempre me ha costado mucho amoldarme y cambiar cosas. Al final lo he hecho pero me ha costado. Me siento más cómoda, más libre y para mi es mucho más fácil escribir y dirigir. Creo que no sé si volveré a dirigir un guion de otra persona”.
“Las historias me han ido saliendo, pillando, encontrando. Siempre he sentido esta cosa mística, siendo yo poco mística, de que las historias han pasado a través de mí. Las historias que de una manera más fácil he escrito, siempre he tenido la sensación de que no he sido yo, que era una historia que estaba ahí flotando y que pasaba a través de mi, que yo era una especie de vasija conductora. Tienen muchas cosas en común, en todas las películas que he hecho hay muchas más secuencias de personajes solos que de personajes acompañados. La soledad, la intimidad, la intimidad de uno solo consigo mismo, sí que es algo que está presente en esas películas”
“Cuando ahora todo el mundo habla de las películas de superhéroes, que si Scorsese, que si Coppola dice que no son películas y tal, yo no sé si son películas o no, pero me aburren muchísimo. Me encantaría que me gustaran. Tú ahora te haces un ‘Joker 3’ y ya está, ya no tienes que trabajar más para vivir, pero es que no me gustan. -¿Y esta de los ‘Juegos del hambre’? - Una película que tiene el título hambre, no”
La directora tuvo que ir al hogar del escrito para, en principio, contarle el guion de ‘Elegy’, la adaptación de ‘El animal moribundo’. Pero no fue como ella esperaba. “Básicamente el proceso fue que me leyó tres veces la novela, fueron tres días, y nunca supo cómo iba a ser el guion. Cada día me leía su novela y de cuando en cuando se paraba y me decía: este párrafo es genial, eh. Y yo, como los muñequitos de los coches, le decía que sí. Lo único que me atreví a decirle, lo reconozco, fue que, él hace una cosa con los dientes, se había puesto de esos nuevos blancos y como muy grandes para su boca, esto los americanos lo hacen mucho. Sé que todos queréis como un retrato de Philip Roth como literario, ahora que está muerto está mal que lo diga, pero claro él todo el rato hacía (sonido mascar dientes) porque hay una escena en la que Consuela le muerde la polla al profesor. Todo el rato me decía si oiríamos los dientes de ella mordiéndole la polla. Yo los días de antes hacía un gesto ambiguo pero al tercer día ya le dije no. Esto es una película americana y ella no le va a morder la polla. Penélope no le va a morder la polla a Ben Kingsley, que los conozco, no lo van a hacer”.
Coixet bromea con su arma secreta para convencer a los intérpretes: la paella. “Cocino pocas pocas, pero hago una buena paella. Está gente está acostumbrada a comer mal y, entonces, tú les das de comer bien, y piensan, hombre, la película no sé cómo será, pero al menos comeremos bien. Me preguntan mucho esto de la dirección de actores. De entrada, implica el casting, cómo los escoges, qué actores quieres… Hay actores que son cojonudos, que han ganado Oscar, y que yo realmente no los tocaría con un palito. Hay actores que no me dicen nada, que no me tocan nada, y hay otros que sí. Funciono mucho por instinto, me ha fallado alguna vez, muy pocas veces, pero sí que cuando pienso que un actor puede hacer eso y encaja, normalmente encaja. Creo que les doy mucha confianza, cariño y libertad. Para mí lo más cansado de un rodaje no es la cámara, que pesan lo suyo, es el ser el responsable de una especie de colegio de niños con un ego desmesurado. Entonces hay que disimular. Hay que ser un buen actor en los rodajes. Cada actor tiene su camino y su manera, no puedes decir cómo se dirige actores. Ben Kingsley y Penélope Cruz son dos mundos completamente diferente. A Ben hay que decirle las cosas para que crea que la idea la ha tenido él. Y ya está. Es hablar mucho, sacarle cosas y luego sutilmente sugerir cosas y ver cómo las acepta. Como mujer tengo la ventaja de que hay que fingir que una no tiene ego ni vanidad, pues se finge. Hay que fingir que una es humilde, pues se finge. Ben necesita tres tomas, Penélope necesita más. En las tres tomas de Ben, en la primera está bien, Penélope es en la séptima y está brillante”.
Fuera de la ficción, la realizadora ha rodado varios documentales de denuncia. Desde una charla con el juez Garzón hasta una producción sobre las torturas en el Chad. “Hay un activismo de una manera profesional y seria, que creo que es el que tiene que ser. Luego hay los que tenemos buenas intenciones, el infierno está lleno de ellas, y con esas buenas intenciones a veces acertamos más veces que otras”
“Nunca he visto mis películas dobladas ni voy a las doblajes, estoy en contra del doblaje. Para mí eso no es cine, no es lo que yo he escrito, no es lo que he creado, esas no son las voces de los actores. Me parece un crimen”.
Ha firmado un manifiesto contra la idea de Netflix de acelerar la reproducción de series y películas. Defensora de la experiencia en salas, admite resignada que le toca convivir con otras formas de consumo. “Cuando alguien me dice que está viendo mi película en un autocar, me enfurezco. Pero bueno, hay muchas cosas con las que un director tiene que vivir, está es una de ellas”.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...