¿Cuánto cuestan los errores?
El 27 de noviembre del año 602 decapitaron al emperador bizantino Mauricio, al que antes hicieron observar la ejecución de sus seis hijos para que así muriese sabiendo que no tendría descendencia
Generalmente, el día de tu muerte es uno de los menos divertidos de tu vida. No acostumbra a ser algo que estemos esperando con gran anhelo. Pero, dentro del inmenso catálogo de muertes al que llamamos Historia, hay algunas que son particularmente poco envidiables. Una de estas sería la del emperador Mauricio, el 27 de noviembre del año 602.
Mauricio llevaba más de 20 años en el trono del Imperio Bizantino, que era una de los partes en las que se dividió el Imperio Romano en el siglo IV. La parte este, concretamente.
Mauricio fue un buen gobernante, e hizo todo lo que pudo por dar estabilidad a su territorio. Pero cometió un error fatídico en su último año como emperador y como ser vivo: calculó mal su posición de poder. Por una parte, tenía al ejército descontento por los largos años de campaña que llevaban.
Por otra, tenía pocos recursos monetarios para intentar convencer a sus generales de la necesidad de seguir luchando contra los enemigos del imperio. En anteriores ocasiones, Mauricio había mostrado mano dura contra las quejas de sus soldados, pero esta vez los que mostraron mano dura fueron sus subordinados. En lugar de obedecer sus órdenes, nombraron emperador a Focas, uno de sus generales, y se dirigieron a Constantinopla, la capital del imperio, para tener unas palabras con él.
Pese a que Mauricio huyó, al final dieron con él, y el 27 de noviembre lo decapitaron. Ni tan mal, estaréis pensando.
El detalle sádico es lo que hicieron antes: le hicieron observar la ejecución de sus seis hijos, para que así muriese sabiendo que no tendría descendencia. Al menos, el trauma le duró poco…