"Nos están persiguiendo por el hecho de ser mujeres y por ser pobres"
Hablamos con María Teresa Rivera, una salvadoreña condenada a 40 años de prisión por sufrir un aborto espontáneo, algo prohibido en el país en todos los supuestos
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Maria Teresa Rivera ha pasado 4 años y medio en la cárcel por un aborto espontáneo. Fue condenada a 40 años de prisión en El Salvador en 2012 y es la primera mujer que consigue asilo por un tema de aborto. Ahora, se ha convertido en activista por la legalización del aborto en su país y luchando por las compañeras que aún siguen en la cárcel.
Tras su liberación, gracias al apoyo de organizaciones como Amnistía Internacional, se ha sentido perseguida y discriminada. Ha sufrido amenazas y violencia, viéndose obligada a salir de su país en 2016. Suecia le ha dado asilo político. Desde allí lucha por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres de El Salvador, donde en 2007 el aborto fue prohibido y criminalizado en todas las circunstancias. “No importa si está en riesgo la vida de la madre o si es producto de una violación, está totalmente prohibido”, explica.
También está prohibido el aborto en el caso de las menores de edad. Maria Teresa cuenta que siente rabia cuando ve a las mujeres que están condenadas por estos casos porque “el Estado protege al violador y no a la víctima”. “Yo recuerdo mi niñez, yo fui violada a los 8 años. ¿Qué habría hecho yo si hubiera quedado embarazada a los 8 años?”. Para María Teresa el Estado salvadoreño está “torturando esas niñas porque es una doble tortura”.
María Teresa denuncia que hoy los cuerpos de las mujeres son propiedad del Estado, y que esto tiene que cambiar. Cree que en los últimos años está cambiando la mentalidad en El Salvador gracias al apoyo internacional “porque nosotros no tenemos apoyo nacional”, lamenta. Para ella la actitud del Estado es “hipócrita, porque no hay ayudas para tantos niños” que se encuentran en la calle. Y considera que esta actitud conservadora se debe a la religiosidad.
“Lamentablemente aún hay mujeres dentro de la cárcel pagando por un delito que no cometieron, aún se siguen persiguiendo mujeres que después de ser liberadas como en mi caso están siendo perseguidas por la fiscalía”, denuncia. “Nos están persiguiendo por el hecho de ser mujeres y por ser pobres”, asegura, porque en las cárceles no se encuentran mujeres ricas, ellas sí pueden salir del país y abortar sin que nada les ocurra.
En la cárcel, cuenta María Teresa, se vive “otra tortura”. “Tienes que aguantar que te digan asesina, la come niños, mala madre… te tratan mal las otras internas e incluso a algunas las han golpeado”, por eso es difícil que las condenadas compartan sus historias. Una de esas historias es la de Evelin Beatriz, violada por un pandillero a los 17 años y que tampoco quiere denunciar a su violador por miedo, porque está amenazada.
En el caso de Mayra Verónica, condenada a 30 años de cárcel de los que cumplió 15, fue violada por un sobrino de la casa en la que trabajaba limpiando. “Estuvo nueve meses de embarazo secuestrada dentro de la casa y al punto de dar a luz no tuvo ayuda. Cuando lo encontraron estaba desmayada y dice que no recordaba nada. La llevaron al hospital y queda libre en la primera audiencia, pero en la última la condenaron sin que hubiera cuerpo ni evidencia de que ella había matado su hijo”, relata la activista.
Dentro de la cárcel, María Teresa vivió un infierno. “No había suficiente agua. Había un dormitorio para 100 mujeres, Los custodios entran a tirarte todo lo que encuentran y a meterte las manos en sus partes íntimas”. Cuenta que muchas veces la comida llegaba con gusanos, y la respuesta era que siendo presas no tenían derecho a nada.