La fiesta de los perfectos desconocidos
Como se nota que la jefa tiene toda la intención de ampliar su círculo de amistades y su fama de casamentera...
Madrid
Tengo por costumbre creer que unos perfectos desconocidos pueden estar encantados en dejar de serlo. Me gusta esa cita en la que los invitados no se conocen, pero tienen en común una mano invisible empeñada en que eso cambie. He conocido parejas que se cruzaron por intereses ajenos y ya no pudieron dejar de estar juntos, por aquello de que se conocieron de veras. UNa vez que llegamos a la cita, hechas las presentaciones, pasemos al tema. En estas se habla mucho, las conversaciones terminan rondando asuntos relacionados con el sexo. Por exceso o por defecto. Nuestra vida sexual siempre es apetecible y más si queremos engordarla. Una cita con perfectos desconocidos puede convertirse en un delirio.
Desde hace años celebro una fiesta con ese título, la fiesta de los perfectos desconocidos: Un grupo de personas, que solo me tienen en común a mí, ¡”la del sexo”! Acuden con un regalo, que no saben para quién será. Y los obligo, quieran o no, a que se se conozcan. En todas estas fiestas ocurre algo inesperado. En una tuvimos desde un robo hasta un melodrama baratujo. En otra descubrí el verdadero significado de la palabra amistad sin derecho a roce. En otra vi como dos desconocidos se juntaron y aún no se han separado. Una fiesta en la que sacar todo eso que llevamos dentro: amor, sexo, mentiras… ¡Y un montón de ganas! Sumemos, queridos desconocidos. Dejemos de pasar de puntillas por la vida de los demás. Apostemos por aprender un poquito más de los demás, también de sexo, puede que así descubramos qué bien vienen los perfectos desconocidos