El hundimiento del Costa Concordia
Tal día como hoy de 2012, el capitán de barco Francesco Schettino cometió un error que provocó la muerte de 32 personas
Que los cruceros deben ser uno de los transportes más contaminantes del mundo no lo voy a descubrir yo ahora.
A mí personalmente también me parecen de los más claustrofóbicos, por mucho que “Vacaciones en el Mar” intentara convencerme de lo contrario.Y eso que solo he estado una vez a bordo de un crucero, y estaba amarrado en el puerto de Barcelona. Aún así, no me pareció un sitio para pasar los días de libertad que tengo al año.
No ha ayudado a mi mala imagen de los cruceros lo que sucedió el 14 de enero de 2012, hace hoy ocho años, cerca de la costa toscana, con un barco llamado Costa Concordia.
A bordo iban unos 3800 turistas y unas 400 personas que trabajaban para que la estancia de estos turistas fuese lo más placentera posible. Pero el que no hizo muy bien su trabajo fue el capitán de la nave, un tal Francesco Schettino, que, a las 21:45 de la noche del 13 de enero, consiguió embarrancar su barco contra las rocas que rodean la isla de Giglio, cerca de la península itálica.
Se abrió una vía de más de 70 metros en el casco, y el barco quedó muy escorado. Se pudieron evacuar 4197 personas, pero 32 perdieron la vida.
El capitán Schettino, según su propio relato, fue el último en abandonar el barco. Según muchos pasajeros, fue de los primeros, lo segundo acabó resultando ser lo cierto. Fue condenado a 16 años de cárcel, porque se consideró demostrado que él había sido el culpable del accidente, al desviarse de la ruta preestablecida.
Por cierto, ¿sabéis que os he dicho que estuve a bordo de un crucero amarrado en el puerto de Barcelona? Pues era el Costa Concordia, dos meses antes del accidente.