El amuleto para que las mujeres ganen el Goya
Málaga
Las mujeres directoras no lo tienen fácil en el cine español. Sin embargo, tres años consecutivos el Goya a la mejor dirección novel ha ido a manos de una mujer. Carla Simón ganó con Verano 1993 hace dos años y en la pasada edición fue Arantxa Echevarría con Carmen y Lola la que se llevó el Goya. En estos premios, esas dos mujeres eran las encargadas de entregar el galardón en la categoría en la que triunfaron, esa que reconoce las mejores óperas primas del año.
Se lo entregaron a otra mujer: Belén Funes por La hija de un ladrón, una mirada a las mujeres periféricas, abandonadas a su suerte por el sistema y tratando de sobrevivir en los márgenes de una sociedad que ni las mira. Por suerte, Funes miró a Sara, su personaje, el que interpreta Greta Fernández, y gracias a esa mirada, de tú a tú, se ha llevado el Goya. Hay además una historia detrás de estos premios. El año pasado, otra directora, Paula Ortiz, regaló a Arantxa Echevarría un amuleto para que tuviera suerte y ganara el pasado año. La profecía se cumplió. Este año ha sido Arantaxa quién le dio el amuleto a Belén y también ganó. "Esperemos que al año que viene volvamos a tener a una mujer directora y que siga esta cadena", decía en la Cadena SER Belén Funes.
Este premio y el de mejor cortometraje de ficción para Súc de sindria, fue el único momento en el que las mujeres creadoras subieron al escenario. Su directora, Irene Moray, ha realizado un corto sobre una víctima de una violación que consigue desprenderse de su papel de víctima y disfrutar de la vida y del sexo. "A todas estas mujeres que tienen derecho a vivir, a gritar y a correrse", decía la directora mientras recogía el Goya.
La ausencia de mujeres es la nota más triste de estos premios, en los que se celebró el buen estado del cine. Es cierto que hay muchas miradas, películas maravillosas, que hablan de nosotros, que han triunfado fuera, como Dolor y Gloria, la ganadora de la noche con ocho premios. La coronación de Almodóvar que, por fin, hacía triplete ganando el Goya a mejor película, el de dirección y el de guion. Sin duda, un premio merecido por todo lo que está película aporta al espectador y al cine español, ahora tendrá que enfrentarse a Parásitos en los Oscar. También un bonito homenaje a uno de los actores que mejor ha defendido nuestro cine, dentro y fuera de España, Antonio Banderas. "A mi Málaga, que no he podido dedicárselo en el escenario y es muy importante que diga esto", nos contaba en la sala de prensa donde atendió hasta el último de los periodistas.
La diversidad se completa con el cine de Oliver Laxe y esos dos premios: fotografía y mejor actriz revelación para Lo que arde. Una película de autor, que venía de ganar el premio del jurado en la sección paralela de Cannes, y que ha conectado con el público, en este momento de mirar a la España vacía. Pocas mujeres como Benedicta Sánchez, a sus 84 años, viviendo vidas anodinas en cualquier parte de España pueden ganar un Goya. En la noche del glamur, su ascenso al escenario fue también un toque de atención al mundo del cine, que no suele retratar a estas mujeres. Le duró poco ser la actriz de más edad en tener un Goya. Minutos después ganaba Julieta Serrano, actriz de 87 años, el de actriz de reparto por su trabajo en Dolor y Gloria. Dos imágenes que nos recuerdan que el cine también son las mujeres de más de sesenta años, que también existen, que tienen vidas interesantes para la gran pantalla.
En la gala de anoche hubo muchas referencias a la diversidad y el buen estado del cine. Es cierto que la industria audiovisual española pasa por un buen momento, con la llegada de las plataformas y con la conexión con los espectadores y con un gobierno que, al menos no boicotea a su cine. Pero el cine español necesita más. La diversidad es cierta, pero incompleta. Había anoche películas nominadas de diferentes géneros, con mensajes muy distintos: las vidas que no hemos vivido (Dolor y Gloria), la supervivencia después de una guerra (Intemperie), la tolerancia en un mundo de dictadores (Mientras dure la guerra), el miedo en un país intolerante (La trinchera infinita), la necesaria defensa de la tierra (Lo que arde), la desigualdad (El hoyo), las rarezas de la existencia (Ventajas de viajar en tren), o el homenaje al cine y la amistad (Buñuel en el laberinto de las tortugas).
La diversidad que falta es de las mujeres que quieren contar sus historias. Las hay, pero son pocas. Y esa sigue siendo la asignatura pendiente. Pero hay más cosas que Pedro Sánchez, el convidado de piedra de anoche -que ni habló, ni contestó a la prensa, pero sí posó-, puede hacer por el cine español. El nuevo gobierno tendrá que afrontar unos presupuestos congelados desde la época del PP, con un dinero escaso destinado a las ayudas, que hace que muy pocas producciones -y siempre las más grandes- logren la ansiada ayuda. "El cine de autor, el cine de independiente, fuera de las televisiones y las plataformas está en serio peligro y necesita la protección del estado, porque ese será nuestro futuro", le dijo Almodóvar a Pedro Sánchez, a quién antes le había pedido responsabilidad, que tenía en sus manos el guion de todos los españoles. Ahora a esperar a que tomen nota.