La caída de Mike Tyson
Tal día como hoy pero de 1990, el boxeador estadounidense besó la lona contra un contrincante en el que nadie creía
A finales de los años 80 del siglo pasado, no había un deportista más temido en el mundo que Mike Tyson. En 1986, con sólo 20 años, se convirtió en el campeón más joven de la historia de los pesos pesados.
Además, durante el año siguiente consiguió ganar los otros dos títulos de esta categoría, convirtiéndose en el primer boxeador que conseguía tener los tres simultáneamente.
Pero si algo caracterizaba a las victorias de Tyson en el ring era la rapidez con la que hacía que sus rivales besaran la lona. Muchos de sus combates acababan en el primer round, cuando su desafortunado contrincante probaba la potencia de su pegada.
Todo esto le valió el apodo de “Iron Mike”, porque parecía realmente hecho de hierro. Era evidente que sólo con el miedo que inspiraba tenía medio combate ganado antes de empezar. Pero este factor psicológico lo perdió para siempre el 11 de febrero de 1990.
Ese día Mike se enfrentaba a James “Buster” Douglas, en un combate tremendamente desigual. Tyson había ganado sus 37 combates anteriores, y la inmensa mayoría por KO.
Buster llevaba diez años de combates, sin pena ni gloria. La mayoría de casas de apuestas ni siquiera aceptaban apuestas para el combate, de lo seguros que estaban de que Iron Mike aplastaría a Douglas. La única que aceptaba apuestas pagaba 42 dólares por cada dólar apostado por Douglas.
Una vez comenzado el combate, no tardó en hacerse evidente que Tyson no lo había preparado. No conseguía conectar bien sus golpes ni tampoco esquivar los de su contrincante. Debido a ello, el combate se iba alargando mucho más de lo acostumbrado en las peleas de Tyson.
Esto hizo que cada vez estuviese más visiblemente cansado. Además, su equipo estaba tan seguro de su victoria que no había traído ni hielo para tratarle un ojo cada vez más hinchado. Después de besar la lona en el noveno asalto, en el décimo se consumó la sorpresa. Mike volvió a caer, esta vez definitivamente.
Tyson no sólo perdió el título. Ese 11 de febrero de hace 30 años fue el primer día de su declive personal y profesional.