'Monos', inmersión salvaje y alucinógena en la guerrilla
El colombiano Alejandro Landes explora la naturaleza humana a través de un grupo de adolescentes guerrilleros en una fascinante experiencia visual y sensorial
Madrid
Los relatos de guerra han servido a la literatura y al cine para crear poliédricos retratos de la naturaleza humana. El hombre, como animal social y político, enfrentado al entorno afronta el debate filosófico entre orden y caos que planteara Golding en El señor de las moscas. Este es uno de los referentes del colombiano Alejandro Landes para su incursión salvaje en la guerrilla.
Un grupo de adolescentes, apodados los Monos, reciben un entrenamiento extremo en una remota montaña, un campamento militar a cargo de un sargento - excombatiente de las FARC en la vida real- en el que su única misión es cuidar a una doctora, una mujer americana a la que han tomado como rehén, y a una vaca, animal que pone a prueba su sentido de tribu.
Tras tocar el documental y la ficción biográfica en sus anteriores trabajos, en su tercer largometraje, Landes establece un juego de espejos ente dos conflictos, el interno propio la adolescencia y el externo intrínseco a un conflicto bélico. "En la adolescencia es un momento en el que no eres ni un niño ni un adulto, te está cambiando el cuerpo, es una metamorfosis de todo tipo, te preguntas quién quieres ser, a qué quieres pertenecer, si quieres estar solo, y a su vez la guerra de hoy en día se asemeja a la guerra de guerrillas. Es un combate principalmente regular, muy distinto a la guerra que probablemente vivieron nuestros abuelos o bisabuelos en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. La guerra hoy en día se pelea desde la retaguardia, no hay esas primeras filas épicas. Muchas de las guerras hoy se operan en las sombras, operaciones especiales, escondidas, robots, drones…”, explica el director.
Lo interesante y radical de su propuesta es la ruptura del espacio, el tiempo y la política. Una historia deslocalizada -en algún lugar de Latinoamérica por el lenguaje-, atemporal y con un vacío ideológico. Estos jóvenes combatientes no portan banderas ni llevan un uniforme. "Muchos soldados se preguntan después de un rato por qué estoy peleando. Y no solo soldados en Latinoamérica o el Medio Oriente, sino también en un Ejército tan bien equipado y financiado como el norteamericano. En realidad, el generar un vacío ideológico sirve y funciona como en las artes plásticas, el espacio negativo y el espacio positivo. Como generar algo para forzar otros componentes, al tú no poder conectarte con los protagonistas a nivel ideológico, de alguna manera te fuerza a conectarte con ellos a nivel puramente humano, en el presente".
El colombiano exhibe músculo con la cámara para adentrar al espectador en ese viaje visceral a la locura, a la exploración de lo primario. La potencia visual del filme convierte el relato en una experiencia apabullante donde Landes antepone la estética a la narrativa, lo físico a lo psíquico, mezcla géneros y enfrenta a los personajes a temas universales, como el poder, la comunidad y el amor. Todo sin juicios ni maniqueísmo. "Las líneas no son tan claras como nos imaginamos. En la película se desdibujan las líneas entre paraíso e infierno, entre bien y mal, entre mujer y hombre, entre derecha e izquierda. De alguna manera la película rechaza cualquier concepto binario e intenta ir a los matices de gris que nos construyen a todos".
Alejandro Landes: "Hay una bruma de guerra y la gente prefiere mirar a otra dirección"
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Hay belleza en el horror a través de la fuerza de esas imágenes. Además de Golding, hay ecos de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, de películas bélicas, según el director, como Ven y mira, del ruso Elem Kílmov, de Buen trabajo de Claire Denis, e indudablemente de Apocalypse Now de Francis Ford Coppola. En la bruma también palpita el espíritu de Buñuel y aquello de soñar despierto. "Me gusta ese tipo de cine, el cine que entra por la piel. El cine es un lenguaje que sirve para apelar al consciente pero también al subconsciente. Es el lenguaje de los sueños, en el que hay un lado que tal vez se rebela, otra cosa puede ser misteriosa o indescifrable. Me llama la atención y me parece que el cine sobre todo, en ese sentido, tiene que ser subversivo".
Ganadora del Premio Especial del Jurado en Sundance, la cinta ha tenido un exitoso paso por festivales, como el de San Sebastián. Candidata por Colombia a los Óscar y nominada al Goya, para Landes conecta con la idea de guerra contemporánea, sin épica ni retaguardias. "Las guerras se están peleando hoy en día en la sombra, en la retaguardia, quizás la gente puede olvidarse de ellas pero están ahí. Hay organizaciones que mutan en otras, las ideologías, las líneas de batalla no están claras. Hay una bruma de guerra, y como es tan difícil de entender, la gente prefiere mirar en otra dirección. Nadie está protestando como se merece la Guerra de Siria, Irak o Afganistán, básicamente eso continúa y no tiene un fin claro".
Monos es ambigua, hipnótica, incómoda y extenuante, una inmersión furiosa y explosiva en la guerrilla con música de Mica Levi, que pone sintetizadores a este cuento hiperrealista sobre el alma humana.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...