Antonio de la Torre: "No creo en el neoliberalismo, es mentira, no todos tenemos igualdad de oportunidades"
El actor malagueño protagoniza junto a Raúl Arévalo y Chema del Barco 'El Plan', la película de Polo Menárguez que adapta la obra teatral de Ignasi Vidal, un dramedia de perdedores con un desenlace brutal
Madrid
Antonio de la Torre, Raúl Arévalo y Chema del Barco protagonizan 'El plan', una historia de tres amigos perdedores que, reunidos en un piso, viven una catarsis emocional. Entre el drama y la comedia, estos tres parados van desvelando sus traumas -la ausencia de madre, la relación con sus parejas, las consecuencias personales del desempleoo...- hasta un deselance brutal. Adaptación de la obra teatral de Ignasi Vidal, Polo Menárguez dirige esta cinta, marcada por planos cortos y psicológicos, abierta a numerosos debates.
¿En qué momento te interesó adaptar la obra de teatro y, a los actores, por qué se sumaron a este proyecto?
Polo Menárguez: Salí muy removido de la obra, haciéndome muchas preguntas y cuestionándome cosas. Ese tipo de obras, de películas, de novelas, me interesan mucho como espectador y creador. Ese tipo de obras que te llevan a un lugar oscuro y te hace preguntarte cosas de tu alrededor son maravillosas. Y pensé que había una película y había que hacerla de alguna forma.
Raúl Arévalo: Yo, por dinero. Me llamó Polo y yo dije: si me subes el caché por encima de Antonio (risas) No, en serio. Vi la obra por un amigo en común de todos, Juan Vinuesa, me encantó, se la recomendé a Antonio, al que también le gustó. Tiempo después me llamaron para decirme que habían comprado los derechos para hacer la película y que si me interesaba. Le dije que sí, me dijeron que querían mantener a Chema del Barco, y me preguntaron que si a Antonio le interesaría.
Antonio de la Torre: Es así, fue Raúl quien me dijo de ir a verla. Que eran tres tíos que quedaban para hacer un plan, que no saben muy bien, en plan domingo de cuñados, que te ríes y entonces de repente la obra te pega un bofetón que te quedas patitieso. Y exactamente ocurrió así. Me fui tocado. Con el tiempo me llamaron para hacer la peli, yo no conocía a Polo, y honestamente pregunté quién estaba. Cuando Raúl me confirmó que estaba dije que sí sin leerme el guion. Luego ya Polo y yo empezamos a hablar, a leer el guion. Es el típico texto en el que te quieres meter. Es una experiencia para no perderse como actor y como espectador.
¿Qué debates habéis tenido sobre el contenido de la película, sobre las masculinidades, sobre esa reunión de tres amigos parados, sobre ser hombre hoy?
Polo Menárguez: Hablamos mucho de esto en el texto para encontrar un equilibrio entre la comedia y el drama. La obra de teatro tenía mucha comedia que funcionaba bien pero en cine sabíamos que no iba a funcionar. Entonces discutimos mucho la fragilidad de los personajes para encontrar ese tono, para que la comedia de los perdedores no entorpeciera una atmósfera más angustiosa y más dramática que es la que tiene el final. Nos miramos desde la honestidad, trabajamos el texto desde los hombres que somos, y buscamos cosas que había en los personajes. Y haciendo autocrítica casi de manera espontánea. El texto te obliga a sacar las miserias que tienen esos tres personajes.
Antonio de la Torre: Es verdad que que hay dos procesos o dos miradas, a mí me pasa como actor, y a Polo como director seguro que también, una cuando vas a hacer la película y otra cuando la estás presentando a los medios y hablas sobre el producto hecho. Hay un elemento que sucede del que no podemos hablar porque de alguna manera es quitar al espectador la experiencia de ver la película, pero claro, hay cosas en la vida, esto lo digo mucho, que no tienen justificación pero sí tienen explicación. Y tú como actor o director tienes que buscar esa explicación. Y un poco, secundando lo que decía Polo, tú desde ese lugar que te toca tienes que buscarlo. Yo vengo de una familia de tres hermanos, mis padres fueron niños de la posguerra, y vengo de una cultura machista del nacionalcatolicismo que vivimos en España. Y como tal, no me es ajeno. Desde ese lugar tú tienes que defender a los personajes porque si no haces una cosa maniquea. Luego nos podemos poner a diseccionar las cosas que hacen y, claro, desde lo políticamente correcto no se resisten. La película pega un giro final que no tiene casi ningún tipo de justificación ni explicación pero son cosas que suceden en la vida. Cuidado. El Plan es una película que habla del mundo en el que vivimos.
Hablas del mundo en el que vivimos, de ese bofetón final, ¿vivimos tiempos en lo que se antepone la moral a la ficción, al debate que generan las historias? Miramos una obra bajo una mirada concreta…
Raúl Arévalo: Eso es interesante. Tu pregunta ya lleva eso. La tuya es la misma que la de todo el mundo. Evidentemente en la película están dibujados estos personajes desde la consciencia, de la autoconsciencia, desde de la crítica y la autocrítica, como hombres de una educación machista que todos hemos recibido en mayor o menor medida y que, desgraciadamente, todavía lastramos y que queremos desechar. Y ojalá las nuevas generaciones no la tengan. Pero no deja de ser una película que retrata a tres tíos como el taxista que me llevó ayer, que era como Torrente, que están en el día a día de nuestra sociedad. Y de repente, es una reflexión, no una crítica, qué curioso cómo al hablar de esta película, de tres amigos que quedan para un plan, ahora se dice que es una película sobre la crisis de masculinidad. Que es algo que está en la película, está escrito, dirigido e interpretado aposta, pero ‘Los lunes al sol’, de Fernando León de Aranoa, a lo mejor la vemos hoy en día, y quizás en lugar de decir que son tres parados también se hablaría de la crisis de masculinidad del personaje de Bardem, de la mujer de Luis Tosar… Es decir, no lo digo como una crítica, es inevitable que ocurra esto. Pero a veces ponemos cosas en sitios que tampoco creo que haya que apretar tanto las tuercas. Aquí la crisis de masculinidad existe, la crítica existe, el retrato y la autocrítica existe, pero no es el tema principal.
Antonio de la Torre: Yo he reflexionado mucho sobre esto, por toda la época en la que trabajé de periodista, y me di cuenta de una cosa. Trabajaba en deportes en una televisión pública, y un político fue a un partido de fútbol. Y había un realizador con la broma de si lo meto o no lo meto, y entonces me quedé pensando cómo el humor sirvió para camuflar una realidad, que había por narices que meterlo en la tele. Y me fui pensando en la importancia de la autocensura, que es la peor. Hay una censura que la puedes sortear, en el cine ya ves a Berlanga, tantos grandes cineastas que la sortearon con talento y gracia. Pero la peor no es esa, es la autocensura. A mí me gustaría, entendiendo siempre desde el lugar de la máxima empatía con la que trato de vivir y trabajar, que tengamos una sociedad con el mínimo nivel de autocensura, porque perdemos todos mucho y la sociedad en general. Es una frontera que a veces tiene peligros o excesos, pero es importante no autocensurarse.
La película también es el retrato de una época, de una comunidad, la crisis, el paro… Hay reflexiones muy interesantes. Se habla de una victimización casi como enfermedad y como nos podemos sentir cómodos en el papel de maltratados por el sistema. En estos tiempos de desigualdad, le doy la vuelta ¿se siente también cómodo el sistema haciéndonos co-culpables de esas situaciones?
Antonio de la Torre: Absolutamente. De hecho, los populismos se alimentan mucho de eso, de hacer culpable a la gente de lo que está pasando. A mí parece el gran fracaso de una sociedad. Una sociedad que diga, si tú eres un perdedor, es porque te lo mereces, es tremendo. Por eso no creo en el neoliberalismo, porque es mentira, no todos tenemos igualdad de oportunidades. Yo tuve suerte, mi madre era analfabeta y mi padre trabajaba en aduanas. Yo he tenido suerte de estudiar una carrera, de que me ha ido bien en este oficio y he podido subir en el ascensor social pero hay mucha gente que no tiene esa suerte. Y no es verdad que tengan todos las mismas oportunidades, por tanto, no es verdad que todos tengan esa responsabilidad, es responsabilidad de todos. Por eso digo que una sociedad que culpa a la gente de lo que le pasa es una sociedad enferma.
¿Cómo ha sido diseñar la puesta en escena, mantener la tensión y transitar entre el drama y la comedia? Y para los actores, ¿cómo ha sido la dirección?
Polo Menárguez: Trabajé con bastante detalle la puesta en escena junto al director de fotografía, Alejandro Esparderó. Los dos queríamos que, de alguna manera, cada plano tuviera un sentido sabiendo que luego, cuando llegaremos al set, quería trabajar con cierta libertad con ellos. Pero el haber hecho los deberes antes, el saber dónde quería poner la cámara y el valor de cada plano hace que luego puedes improvisar mejor y adaptarte a lo que hay. Y sobre todo, dejarles a ellos la libertad que necesitan. Tenía muy claro que la cámara en mano iba a ser un recurso, una herramienta más, pero no iba a ser la tónica general de la película. Quería que la cámara general estuviera inquieta. Al tener poco tiempo para rodar la película, de alguna forma tuve que aunar planos, juntar diferentes planos en uno, y para eso hice uso del travelling de tal manera que reencuadraba con el travelling. Y esos movimientos hicieron que naciera en montaje una narrativa importante casi de manera espontánea o accidental.
Raúl Arévalo: Yo me sentí muy libre. Daba seguridad en lo que hacía y esto te da seguridad como actor, que un director sepa lo que está haciendo. Aún teniendo un texto tan cerrado y confiando tanto en él, me sentí libre, recordándolo ahora, acotando donde había que acotar pero con mucha libertad para poder trabajar con Antonio y con Chema y proponiéndole a Polo y él sabiendo cuándo elegir o cuándo decir esto sí o esto no.
Antonio de la Torre: Fue muy valiente. Y teníamos una secuencia final donde nos jugábamos la película. Y estábamos cagados los cuatros. Y, se lo agradezco a Polo, dimos un salto hacia adelante, probamos cosas fuera de campo para ayudar al trabajo el otro actor y nos pegamos un viaje alucinante. Tengo un recuerdo de una experiencia creativa muy grande. Fue muy gozoso, estábamos con una especie de euforia, son de esas cosas en la vida que parece que tienes que cruzar un Rubricon, y cuando has transitado y parece que lo has cruzado con éxito, pues el alivio y sentirte bien es muy bueno. Espero que Polo sigue dirigiendo.
Polo Menárguez: Yo también (risas)