Harrison Ford, un Indiana Jones maduro en 'La llamada de lo salvaje'
Antes de Indiana Jones, el actor se sumerge en la búsqueda de oro en una nueva adaptación de las novelas de Jack London
El Cine en la SER: Harrison Ford, un Indiana Jones maduro en 'La llamada de lo salvaje' (21/02/2020)
01:18:58
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Madrid
Jack London vuelve a la gran pantalla, ahora con Harrison Ford en La llamada de lo salvaje. En cine clásico indagaremos en Jack London y todas sus versiones. Comentaremos también otros estrenos como Queen&Slim, la historia de una pareja que sufre el racismo policial en una huida hacia adelante. El cine español estrena El plan, un drama que deconstruye la masculinidad tóxica con Antonio de la Torre y Raúl Arévalo. Y en televisión tenemos rodajes a dos series españolas, y hablamos de El último show, la serie protagonizada por el cómico Mariano el corto.
- Estrenos de cine: de 01:00 a 30:00 minutos
- Sucedió una noche: de 30:00 a 54:00 minutos
- Estrenos de televisión: de 55:00 a 80:00 minutos
La llamada de lo salvaje (Chris Sanders)
A lo largo de su carrera Harrison Ford ha tenido como compañeros de reparto a los más variopintos personajes. Seres de lejanas galaxias como Chewbacca; niños, como Tapón en Indiana Jones y el templo maldito y, por supuesto, a decenas de hombres y mujeres. Lo que nunca había tenido el veterano actor de 77 años como “partener” era a un perro y menos aún a uno creado digitalmente por ordenador.
La llamada de lo salvaje está basada en la novela The Call of the wild que Jack London publicó en 1903 y que cuenta las experiencias del propio escritor en el territorio del Yukón entre Canadá y Alaska. El protagonista de la historia es Buck, un enorme y travieso perro, una mezcla entre San Bernardo y Collie escocés, que vive tranquilo en California con su dueño, el juez Miller, hasta que es raptado, vendido y llevado hasta Alaska. Allí formará parte de un tiro de trineo postal que lleva el correo hasta los más remotos lugares de la zona. Después de una serie de acontecimientos se convertirá en compañero de un viejo buscador de oro, John Thorton, al que da vida Harrison Ford, un hombre que intenta olvidar en soledad una tragedia familiar.
Chris Sanders, realizador de películas de animación como Lilo & Stich o Cómo entrenar a tu dragón ha dirigido esta película familiar de aventuras que mezcla personajes reales, como el propio Harrison Ford o el francés Omar Sy, el de Intocable, con perros, lobos, conejos, ciervos y alces creados por ordenador. Para dar vida a Buck, por ejemplo, se utilizaron los movimientos de un perro real rescatado de un refugio de animales. El resultado es un film entretenido, convencional y bienintencionado que ha suavizado bastante el relato original de London, más oscuro y violento.
En La llamada de lo salvaje vemos una reivindicación de la vida en plena naturaleza; y una amistad desinteresada que se entabla entre el hombre y el perro. También cómo este último va dejando atrás la sumisión doméstica y va descubriendo y asumiendo su instinto más salvaje y libre. La pena es que a diferencia de lo que ocurría en Colmillo blanco, también basada en otra conocida novela de Jack London, y en donde aparecían animales reales y entrenados, en La llamada de lo salvaje la interacción entre humano y animal digitalizado es algo más fría y distante y eso hace que la emoción disminuya. Lo que no cambia es el carisma de Harrison Ford capaz de dar réplica a cualquier compañero de reparto que le pongan por delante, ya sea digital, animado o, como en Blade Runner, a un replicante.
Queen&Slim (Melina Matsoukas)
Después de una cita poco memorable, Queen y Slim, un hombre y una mujer de color, vuelven a casa en coche cuando les para la policía por una infracción menor. La situación se intensifica y acaba en tragedia: Slim mata al agente de policía en defensa propia. Aterrorizados y temiendo por sus vidas, se ven obligados a darse a la fuga. Al más puro estilo de Bonnie y Clyde, juntos inician un viaje de huida por Norteamérica y se convierten, sin quererlo, en ídolos que representan a toda una sociedad que, durante décadas, ha sido víctima de abusos. Ella, una abogada solitaria muy segura de sí misma, y él, un honrado dependiente, desbordado por los acontecimientos, se convierten en un símbolo del trauma, el terror, la pena y el dolor.
Queen & Slim es un grito de protesta. Una road movie no solo a través del racismo norteamericano, sino también por la intimidad y autodescubrimiento de sus protagonistas. Una película que despierta conciencias y muestra el coste humano del abuso policial sobre el colectivo afroamericano.
Si hay algo interesante en el film es su aspecto atemporal. Tiene una estética que en unas ocasiones transporta a tiempos pasados y en otras parece actual, demostrando así lo poco que han cambiado las cosas respecto al trato que reciben los afroamericanos. Podría concebirse como homenaje y metáfora de la huida de los esclavos gracias al ferrocarril subterráneo que, casualmente, tenía un gran volumen en Ohio, lugar donde empiezan la historia.
Esta es la ópera prima de Melina Matsoukas, quien deja clara su previa experiencia dirigiendo videoclips con una estética potente y una selección musical muy cuidada. La música es un elemento fundamental en la película, no solo por la banda sonora que acompaña la aventura de estos Bonnie y Clyde del Black Power, también por los cameos de músicos, como el bajista de los Red Hot Chilli Peppers.
El plan (Polo Menárguez)
El plan es la historia de tres perdedores, Paco, Ramón y Andrade, tres amigos que llevan en paro desde que cerró la empresa de seguridad en la que trabajaban. Han quedado para ejecutar un plan, pero la avería de un coche les retendrá en la casa. Ese es el punto de partida de una disección sobre el amor, la vida, la precariedad y la amistad masculina... que resulta ser uno de los mejores tratados sobre la masculinidad en crisis.
Dirigida y adaptada por Polo Menárguez a partir del libreto homónimo del actor y dramaturgo Ignasi Vidal, El Plan es una cinta que ocurre en un solo espacio, un piso agónico de clase media baja y cuenta con solo tres intérpretes: Antonio de la Torre, Raúl Arévalo y Chema del Barco, el único de los tres que ya protagonizó la obra sobre los escenarios.
Con las conversaciones de los tres parados se reflexiona sobre qué construye la idea de masculinidad hegemónica... qué hace que un hombre entre en crisis de identidad, ¿es la pérdida del trabajo? ¿Es la perdida de la pareja femenina? ¿Es la impotencia sexual? ¿Es la falta de madre? Y todo confluye, tanto puesta en escena, como las conversaciones de los tres amigos, como la sucesión de llamadas y hechos, en una muestra de cómo surge la violencia de género.
Monos (Alejandro Landes)
Los relatos de guerra han servido a la literatura y al cine para crear poliédricos retratos de la naturaleza humana. El hombre, como animal social y político, enfrentado al entorno afronta el debate filosófico entre orden y caos que planteara Golding en El Señor de las moscas. Este es uno de los referentes del colombiano Alejandro Landes para su incursión salvaje en la guerrilla…
Un grupo de adolescentes, apodados los Monos, reciben un entrenamiento extremo en una remota montaña, un campamento militar a cargo de un sargento - excombatiente de las FARC en la vida real- en el que su única misión es cuidar a una doctora, una mujer americana a la que han tomado como rehén, y a una vaca, animal que pone a prueba su sentido de tribu.
Tras tocar el documental y la ficción biográfica en sus anteriores trabajos, en su tercer largometraje, Landes establece un juego de espejos entre dos conflictos, el interno propio la adolescencia y el externo intrínseco a un conflicto bélico.
Lo interesante y radical de su propuesta es la ruptura del espacio, el tiempo y la política. Una historia deslocalizada, en algún lugar de Latinoamérica por el lenguaje, atemporal y con un vacío ideológico. Estos jóvenes combatientes no portan banderas ni llevan un uniforme.
El colombiano exhibe músculo con la cámara para adentrar al espectador en ese viaje visceral a la locura, a la exploración de lo primario. La potencia visual del film convierte el relato en una experiencia apabullante donde Landes antepone la estética a la narrativa, lo físico a lo psíquico, mezcla géneros y enfrenta a los personajes a temas universales, como el poder, la comunidad y el amor. Todo sin juicios ni maniqueísmo.
Hay belleza en el horror a través de la fuerza de las imágenes. Además de Golding, hay ecos de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, de películas bélicas, según el director, como Ven y mira, del ruso Elem Kílmov, de Buen trabajo de Claire Denis, e indudablemente de Apocalypse Now de Francis Ford Coppola. En la bruma también palpita el espíritu de Buñuel y aquello de soñar despierto.
Ganadora del Premio Especial del Jurado en Sundance, la cinta ha tenido un exitoso paso por festivales, como el de San Sebastián. Candidata por Colombia a los Óscar y nominada al Goya, para Landes conecta con la idea de guerra contemporánea, sin épica ni retaguardias. Monos es ambigua, hipnótica, incómoda y extenuante, una inmersión furiosa y explosiva en la guerrilla con música de Mica Levi, que pone sintetizadores a este cuento hiperrealista sobre el alma humana.
Nuestras madres (César Díaz)
Desde 1960 y durante más de 35 años Guatemala vivió un prolongado y sangriento enfrentamiento civil. Un conflicto entre guerrilleros y fuerzas militares y paramilitares que causó miles de víctimas. En diciembre de 1996 se firmó el acuerdo de paz entre el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional guatemalteca, la principal fuerza guerrillera. La guerra civil había causado más de doscientos mil muertos y unos cuarenta y cinco mil desaparecidos. Comenzó entonces un proceso para identificar los lugares en donde habían sido enterrados indiscriminadamente miles de cadáveres para que fueran devueltos a sus familiares y que éstos les dieran un entierro digno.
Nuestras madres ganó el premio Cámara de Oro en el último Festival de Cannes. El director César Díaz cuenta la historia de un joven antropólogo llamado Ernesto que identifica y desentierra a los desaparecidos en este conflicto armado y que un día cree encontrar en un enterramiento a su propio padre, asesinado por las fuerzas armadas al que nunca conoció.
César Díaz es documentalista y en la película ha mezclado el testimonio directo de mujeres que perdieron realmente a sus hijos y maridos durante la guerra civil con una historia de ficción que habla de la búsqueda de la verdad y de la propia identidad. “Yo tenía ganas de hablar de las relaciones filiales, de cómo alguien puede ser tu pare o tu madre sin necesidad de compartir ADN; de que finalmente tu padre o tu madre es alguien que te cuida o te quiere. Eso era algo que me obsesionaba. Yo estaba haciendo la investigación para un documental cuando me encontré la historia del pueblo que se ve en la película”, explica César Díaz.
En tan solo 78 minutos Nuestras madres muestra el dolor de las víctimas, sobre todo mujeres, que intentan recuperar a sus desaparecidos, pero también su enorme dignidad. “Para mí el cine tiene la responsabilidad de tratar estos temas, porque estos momentos que nos han tocado vivir han marcado a generaciones enteras. Se han creado heridas profundas que tienen que expresarse de alguna manera”, dice César Díaz. “Más allá de que no queramos hacer tratados históricos, antropológicos o etnográficos, el cine tiene la responsabilidad de tratarlos y de ponerlos en escena para crear un diálogo con el espectador. Para mí la película es un diálogo con la gente que la ve, con el público. A partir de ahí debemos crear puentes para poder reconciliarnos y cerrar heridas y así poder crecer como país y como democracia”.