Juanjo Millás en la escena del crimen
Descubrimos cuál es el protocolo que sigue una empresa de limpiezas traumáticas
Madrid
Nos avisaron el jueves por la tarde y al día siguiente, bien temprano, llegamos a Málaga. De allí a un pequeño pueblo sobre una colina desde la que contemplamos a un lado el mar, al otro la montaña y, en medio, el escenario del horror y la degradación humana.
Millás en la escena del crimen
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Adrián Núñez, dueño de Limpiezas Traumáticas Grupo Mansof, es nuestro anfitrión. La suya es una de esas empresas que se han especializado en limpiar escenarios en los que se ha cometido un crimen, en el que se ha producido una muerte desatendida o, como en este caso, en los que viven personas con síndrome de Diógenes. “No hay una regulación específica para lo que hacemos. Nos regimos por lo que nos dice la OMS. Ellos son los que marcan cómo tiene que ser nuestra ropa, los productos que debemos usar y cómo deben reciclarse esos restos”.
Vestidos como manda la OMS entramos en un espacio que invade los sentidos: El olor insoportable a basura y acumulación de excrementos humanos y de animales; el gusto amargo que se pega al cielo del paladar: la vista de una vivienda en la que parece mentira que alguien haya podido vivir durante años… Hubo un tiempo en que fue un hogar. Algo que se intuye por los objetos personales que aun quedan: libros, fotos, tarros con monedas, la ropa perfectamente colgada en el armario. Era un matrimonio que vivía en armonía con sus vecinos hasta que ella murió y él se encerró en su soledad y en el alcohol. ¿Cuál es el momento, ese momento preciso, en el que te deshumanizas?
No es lo mismo limpiar un Diógenes que un asesinato, el tipo de máscara y el grosor del mono son diferentes. Los restos de sangre y todo aquello con lo que haya tenido contacto debe incinerarse, mientras que los objetos que sacan, por ejemplo, de esta casa van a los contenedores habituales de restos orgánicos, plásticos, maderas. Les preguntamos a la cuadrilla de Adrián qué es más duro de limpiar: “Aunque la sangre impresiona, limpiar un Diógenes es mucho más desagradable. Lo que nos encontramos es inenarrable”. A pesar de eso le gusta su trabajo, “no lo disfruto pero sí me gusta porque ayudo a la gente en momentos muy complicados”.
Ellos borran las huellas del crimen, de la degradación, porque en esos espacios tendrá que vivir otra persona. Le preguntamos a Fernando Tartilán, Jefe de Inspecciones Oculares de la Policía Nacional, si esos rastros pueden desaparecer completamente “Sí. Aunque es muy difícil. Con las nuevas tecnologías que utilizamos siempre podremos encontrar algo que nos ayude a resolver un caso”. Los inspectores oculares llegan a la escena del crimen cuando se ha acordonado, el SAMUR y el juez han hecho su trabajo y se han llevado el cuerpo. Entonces entran ellos fotografiándolo todo, tomando huellas y recopilando pruebas que luego analizarán en los laboratorios de la Policía Científica. A veces lo que a simple vista parece un accidente o una muerte desatendida no lo es y su trabajo es descubrir lo que realmente pasó allí.
Paqui Ramos
Casi siempre en la radio. Siempre en la SER. Trabajando con Javier del Pino y yendo a sitios con Juanjo...