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Setsuko Thurlow: "Las armas nucleares son inmorales"

Charlamos con una superviviente del holocausto nuclear de Hiroshima, premio Nobel de la Paz 2017 y portavoz de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN)

Setsuko Thurlow durante un momento de la entrevista con la Cadena SER / Cadena SER

Madrid

¿Cómo está, Setsuko? Buenos días.

Bien, gracias.

Setsuko Thurlow, superviviente de Hiroshima: "Las armas nucleares son inmorales"

28:08

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6 de agosto de 1945. El reloj marcaba las 08:15 de la mañana. Usted estaba reunida en un cuartel con otras chicas de su edad y, de repente, vio un gran destello, todo saltó por los aires. ¿Qué vio de repente?

Estábamos siendo entrenadas para descifrar mensajes secretos, para ayudar el ejército, como asistentes. Éramos 30 chicas en esa clase, y estábamos estableciendo un poco cómo iba ser nuestro día de trabajo. Eran las 8 y cuarto de la mañana. Nos estaban dando una charla. Y entonces, en ese instante, vi el fogonazo azul y blanco por la ventana. Tuve en ese momento la sensación de salir volando por el aire, y quedarme flotando. Y ahí perdí el conocimiento. Cuando lo recuperé, estaba atrapada bajo los escombros del edificio, que se había venido abajo. Estaba todo absolutamente oscuro, y en silencio. Y pensé que me estaba muriendo. Entonces empecé a escuchar las voces de algunas de mis compañeras, que decían "mamá, ayúdame", "Dios, ayúdame", y así supe que no estaba sola, estaba con 30 chicas más. Entonces, de repente, escuché una voz potente, de un hombre, que decía: "no te rindas, estoy intentando sacarte", y empecé a ver la luz del sol a través de una rendija entre los escombros. Me dijo que intentara arrastrarme, y lo hice. Cuando conseguí salir, todo estaba en llamas... las 30 chicas que estaban conmigo murieron casi todas abrasadas. Sólo dos salieron con vida, las demás murieron quemadas. Cuando salimos, miramos a nuestro alrededor, era un día soleado y brillante, pero había una oscuridad total, como si fuera de noche, por el humo y las partículas en el aire. Empecé a ver entonces objetos oscuros que se movían, y cuando pasaban a mi lado veía que eran personas, pero no lo parecían: tenían el pelo quemado, miraban al cielo, estaban abrasados, sangrando, les faltaban partes del cuerpo... había algunos que llevaban sus propios ojos en la mano... y caían muertos, uno tras otro, intentando andar hacia donde estábamos... algunos tenían el estómago abierto, y se les salían los intestinos... En ese momento pensé: o nos unimos a la procesión o escapamos hacia las montañas. Así que empezamos a caminar por encima de los cadáveres que cubrían el suelo y huimos hacia la montaña. Al pie de la colina había un enorme campo de entrenamiento militar, del tamaño de dos campos de futbol. Y estaba lleno de muertos y de personas agonizando. Nadie gritaba, ni corría... todo estaba tan tranquilo... Era una sensación tétrica. Los que podían susurraban que por favor alguien les diera agua, agua, por favor.... Nosotros queríamos ayudarles, pero no teníamos manera de conseguir cubos, o vasos, para llevarles agua... Fuimos a un río, nos quitamos la ropa que llevábamos, que estaba empapada en sangre, la lavamos, y corrimos de vuelta con la ropa mojada para dársela a la gente que estaba allí muriéndose... y trataban de sorber el agua de la ropa (se oye)... ese es el nivel de lo que llamaron operación de rescate. Nada. Decenas de miles de personas en este recinto, y ninguno recibió asistencia médica. Ni medicamentos. Nada. Y se iban muriendo. Tenían todos terribles quemaduras, todos debieron de sufrir un calor tremendo dentro del cuerpo... Cuando cayó la noche, nos sentamos en lo alto de la colina y vimos cómo la ciudad entera ardía en llamas. Estábamos arriba y pudimos ver las llamas toda la noche...

Es uno de los testimonios más sobrecogedores que hemos escuchado en este programa. Estamos hablando con Setsuko Thurlow, superviviente del holocausto nuclear de Hiroshima, premio Nobel de la Paz 2017 y portavoz de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN). Yo me pregunto, ¿en qué momento supieron que habían sido víctimas de una bomba nuclear?

No sabíamos lo que pasó hasta un tiempo después, pensábamos que era una de esas bombas incendiarias. Pero luego empezamos a ver unos carteles en los que ponía: "Es un nuevo tipo de arma". Eso es todo lo que sabían. "Nuevo tipo de arma". No sabían que era un arma nuclear. Yo no me acuerdo de cuándo supe que se trataba de una bomba atómica. Lo llamábamos así: un nuevo tipo de arma. De hecho, le pusimos un mote: "Píkadom". "Pika" significa fogonazo, y "dom" es el ruido que hacen los truenos. Eso es lo que pasó: vimos un fogonazo y escuchamos después un sonido como de truenos. "Píkadom", eso era para nosotros la bomba atómica. No recuerdo cuándo supe que era una bomba nuclear. Supongo que algunas semanas más tarde.

"Las armas nucleares no sirven para preservar la paz. Nos venden una gran mentira"

Esa bomba, Little Boy, acabó con la vida de 140.000 personas, el 30% de la población murió en el acto. Hiroshima siguió siendo esa ciudad oscura que usted describe durante mucho tiempo...

No. La oscuridad era seguramente por el humo y las partículas provocados por el estallido nuclear. Pero luego se abrió, y entró la luz de nuevo, y pudimos volver a ver lo que pasaba a nuestro alrededor, después de haber pasado de repente de una mañana soleada a la noche oscura.

¿En qué momento les permitieron pasear por la ciudad para ver cómo estaban sus familiares y amigos o los daños causados?

A la mañana siguiente, había cientos de miles de personas en la montaña. Y de repente escuché a un soldado preguntando, a través de un megáfono "¿Dónde está Setsuko Nakamura? ¿Dónde está Setsuko Nakamura?" Y yo grité: "¡Estoy aquí!", y el soldado vino y me dijo "tus padres te están buscando". ¡Qué gran sorpresa fue que me dijera eso! Habían oído que podía estar en la montaña, y vinieron a buscarme. Pero me dieron malas noticias. Me dijeron que mi hermana y su hijo de cuatro años habían sufrido quemaduras horribles en el puente donde estaban, y que descansaban en casa de un familiar. Nos fuimos a verlos y a cuidarlos, y estuvimos con ellos en la casa, hasta que murieron. Cuando murieron, vinieron varios soldados, cavaron un hoyo, echaron los cuerpos, los rociaron con gasolina y echaron una cerilla encendida. Y con un palo daban la vuelta a los cuerpos, decían "no están quemados lo suficiente por la parte del estómago, hay que quemarlos mejor", era tan duro escucharles decir eso... (pausa) Allí estaban mis padres, 30 años mayores que yo, obligados a ver la incineración de mi hermana y su hijo de 4 años....

Tenemos que explicar al mundo qué son las armas nucleares. Es nuestra obligación moral decírselo al mundo.

Supongo que la única forma de poder sobrevivir física y psicológicamente a esta tragedia es convertirse en una luchadora contra las armas nucleares, ¿no?

En ese momento no sentía horror, ni dolor, ni agonía... No lo sentía. Es una cuestión psicológica. El horror fue tan enorme, tan masivo, tan grotesco... que tu cabeza y tu corazón cierran, no aceptan semejante estímulo. Por eso no me cayeron lágrimas cuando vi arder el cadaver de mi hermana, quemada como si fuera un animal, un insecto. Hubo un estudio muy interesante de psiquiatras americanos sobre esto. Recuerdo el hecho de no llorar. De no sentir malestar, enfado, horror... Esa parte de mi se mantuvo así hasta mucho tiempo después, cuando en la universidad empecé a estudiar cómo la psicología del ser humano reacciona en condiciones tan extremas. (quitar desde What I said is not related...) Después de una experiencia como esta, no piensas inmediatamente en luchar, en ser fuerte en contra de las armas nucleares. Es un proceso gradual, porque durante mucho tiempo no sabíamos lo que era. Poco a poco, a medida que empezamos a saber en qué consistía una bomba atómica, y que Estados Unidos seguía haciendo pruebas nucleares... Hacer pruebas significa fabricar: se estaban preparando para usar más armas nucleares, para la guerra nuclear. Es entonces cuando pensamos: no es sólo Hiroshima, no es solo Nagasaki... Están haciendo ensayos nucleares en el Pacífico Sur, en Australia, en África... Tenemos que darnos cuenta de cuál es nuestra responsabilidad. Tenemos que explicar al mundo qué son las armas nucleares. Es nuestra obligación moral decírselo al mundo. Decírselo al mundo.

Alguien que ha vivido en su propia piel las quemaduras de una bomba atómica, ¿qué le viene a la cabeza cuando escucha a determinados políticos decir que las armas nucleares sirven para proteger la paz?

Esa es una gran mentira, un engaño, es desinformar: es mentira. Lo que yo sufrí lo provocó una bomba nuclear muy primitiva, y sin embargo yo pensé que está viviendo el fin del mundo. La ciudad despareció entera con una sola bomba. La gente se abrasaba... se morían quemados, derretidos... Eso no es humano. No le había ocurrido nunca a un ser humano. Al principio, incluso nosotros, adolescentes, pensábamos que tenía que ser algo que nunca volviera a ocurrir. Y dedicamos el resto de nuestra vida a asegurarnos de que algo así no vuelve a pasar. Todos en mi ciudad nos unimos en ese propósito: luchar contra lo que nos pasó. Para mí, supongo que el punto de inflexión ocurrió cuando llegué a Estados Unidos después de graduarme en la Universidad de Hiroshima. Me dieron una beca para estudiar trabajos sociales, en 1954. En ese momento, EEUU hizo una prueba con una bomba de hidrógeno, y la gente en las Islas Marshal sufrió las consecuencias de esa prueba del mismo modo que sufrimos las consecuencias posteriores en Hiroshima y Nagasaki: a la gente se le caía el pelo, sufría hemorragias internas, diarrea, fiebre alta, vómitos... Los mismo síntomas que nosotros. Por eso nos enfadó tanto que hicieran ese ensayo en las Islas Marshal. Y cuatro años más tarde, los rusos desarrollaron sus bombas nucleares, y luego el Reino Unido, Francia... Y todos convierten en víctimas a los indígenas de Australia, África... Decían que los ensayos son seguros, y ni siquiera les avisaban... Si eran seguros, ¿por qué no los hacían en el territorio de su propio país? ¿Por qué los hacían en lugares lejanos? En todo caso, esa mentira nos la dijeron desde el principio. Por ejemplo, en 1945, en Septiembre, cuando Japan se rindió, los americanos entraron como fuerza de ocupación, y los gobernantes nos decían que no teníamos nada de lo que preocuparnos, que la gente que iba a morir por las bombas en Hiroshima y Nagasaki ya había muerto. Que no moriría más gente. Y eso es mentira. Desde ese día, muchas personas han muerto por el envenenamiento radiactivo. Todavía hoy, 75 años después, le puedo dar ejemplos. Después de la ocupación, los periódicos no publicaban ningún artículo sobre el sufrimiento posterior provocado por las bombas atómicas porque eso les ponía en una posición incómoda: el mundo podía criticarles por su crueldad y su falta de humanidad. Se obligó a algunos periódicos a cerrar. No sólo eso: empezaron a confiscar bienes personales, como la correspondencia, los diarios... Mucha gente daba salida a su dolor escribiendo poemas cortos japoneses, en canciones, fotografías... Pero las cosas personales... incluso la información médica de la gente... lo confiscaban todo porque eso demostraba el sufrimiento humanos provocado por la bomba atómica. No era sólo censura: lo confiscaban. (Cortar una fase y pregunta interrumpida de Ramón) Querían que el mundo contemplara la bomba como un avance tecnológico y científico glorioso. Pero no como una herramienta inhumana de asesinato masivo, de genocidio. Desde el principio hubo toda esta manipulación, todas estas mentiras, y siguen 75 años después.

¿Qué le parece que España no haya firmado el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPAN)? ¿Qué les diría a nuestros gobernantes?

Este tratado se acordó el 7 de Julio de 2017, y ese fue el mejor día de mi vida, porque había esperado décadas a que llegara, trabajando para conseguirlo. Y finalmente la mayoría de los países del mundo lo votaron, y Naciones Unidas lo adoptó. Fue un día glorioso. Espero que España vuelva a pensar en esto con seriedad y lo firme, porque la política nuclear todavía se basa en la teoría de la disuasión. Disuasión significa "como yo tengo esta cosa horrible, amenazo a mis supuestos enemigos, que son tantos, y si haces algo mal pulso el botón y te mato". Esa es la amenaza. Y es absolutamente inmoral. (quitar sus dudas) El Papa ha dicho con valentía que las armas nucleares son inmorales. Que incluso solo tenerlas atenta contra la ética. Y dice la verdad. Sencillamente no tiene sentido, es una locura decir que podemos seguir viviendo igual si construimos más bombas, si seguimos amenazándonos unos a otros... y alguna vez ocurrirá un accidente. Amenazarnos unos a otros con cometer masacres, con asesinatos masivos... para mí es una locura. Muchos de quienes protagonizaron la Guerra Fría, como George Shultz, William Perry, toda esta gente ahora también dice que la teoría de la disuasión nuclear no funciona. Los expertos también dicen lo mismo. Es mejor escucharlos y reflexionar sobre lo que dicen. La gente como Trump, que quiere más y más armas nucleares... me da miedo. Para mi es una locura.

¿Ha pasado algún día, en estos 75 años, en el que no haya tenido pesadillas o en el que no haya pensado en lo que vivió aquel día?

Al principio tenía pesadillas. Después de la bomba, los aviones B-29 americanos volaban bajo, cerca del suelo, para sacar fotos de cómo la gente se estaba muriendo, para ellos era importante. y eso me daba mucho miedo. Recuerdo ver aviones enormes muy cerca: querían ver lo bien que habían matado a cientos de miles de personas. Sí: tenía pesadillas. Pero ¿sabe? Con el paso del tiempo las pesadillas empezaron a ser no solo por lo que vi ese día, por lo que viví; las pesadillas eran por la indiferencia o la complacencia de la gente con las armas nucleares. Eso se convirtió en una pesadilla mayor. Se lo decíamos a todos los que podíamos, pero no querían escucharnos. "Oh, no va a pasar, nuestros líderes son inteligentes, cuidarán de nosotros". Y así aparcaban esa idea incómoda fuera de su conciencia. La evitaron. La negaron. "Algo así no volverá a pasar". Lamentablemente, yo diría que incluso hoy la mayor parte de la gente piensa así: la guerra nuclear, las bombas nucleares son una cosa lejana que no nos afecta en nuestro día a día. Y pensar en esto me asusta. Gracias a Dios más gente es consciente ahora de qué estamos hablando. Pero aún así no hacemos lo suficiente por informar a la gente. Los colegios no hacen su trabajo. Los medios no hacen su trabajo. Las Iglesias no hacen su trabajo. Los padres no hacen su trabajo. Es triste

 
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