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Vox copia los planes de Polonia y Hungría

Una de las últimas propuestas de Vox ya funciona en Polonia y Hungría, donde se dan incentivos económicos a las familias para estimular la natalidad. Aunque los objetivos reales son muy diferentes

La Ley de Política Familiar de Hungría da incentivos económicos a las familias para que tengan más hijos. / Getty Images

Madrid

El pasado martes conocimos una nueva propuesta de Vox, que plantea conceder ayudas de 100 euros al mes por cada hijo. El Pacto de Estado por la Familia, como lo han denominado, quiere, además, aumentar 600 euros el cheque para familias numerosas. La extrema derecha busca, con esto, contrarrestar la inmigración y aumentar el número de bebés que nacen en nuestro país, con una política que ya está en marcha en Hungría. El ultraderechista Viktor Orban concede préstamos de hasta 36.000 euros para las familias que tengan cuatro hijos o exenciones fiscales para las mujeres que sean madres.

La Ley de Política Familiar de Hungría

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Fue hace justo un año, en febrero de 2019, cuando el primer ministro Orban anunció la Ley de Política Familiar, que concede estos incentivos económicos y fiscales a las familias húngaras, aunque con condiciones. Entre ellas, que los progenitores estén casados en su primer matrimonio, hayan nacido en Hungría y la familia esté compuesta por un hombre y una mujer. Además, solo pueden acceder a las ayudas si los hijos los han tenido dentro del matrimonio. Las familias monoparentales, por tanto, quedan excluidas.

Una medida contra la inmigración 

El objetivo de estas medidas es, supuestamente, aumentar la natalidad. Esta política, sin embargo, no es nada nuevo, como reconoce el catedrático de ciencias políticas en la Universidad de Barcelona, Cesáreo Rodríguez-Aguilera. «Orban lleva varios años incentivando políticas natalistas. Ha aumentado el 4% del PIB para fomentar los nacimientos». Sin embargo, prosigue, «en el fondo hay un programa claramente xenófobo. Hay que tener en cuenta el mito de la Hungría blanca y cristiana. Orban quiere demostrar que los inmigrantes no son necesarios».

De hecho, cuando Orban anunció esta medida hace justo un año, en febrero de 2019, dijo que «Hungría no necesita números (de inmigrantes), sino niños húngaros». Y a estas palabras siguieron otras aún más controvertidas. «No quiero que la sangre, la raza de los húngaros se mezcle con la de otros». Desde que en 2015 se agudizara la crisis de los refugiados, el primer ministro húngaro ha cerrado su frontera a estos migrantes.

En el resto del país, sin embargo, las puertas están a la abiertas a la inmigración. Aunque para su explotación laboral, como indica Andrea Petö, catedrática de estudios de género en la Universidad Central Europea de Budapest. «Hungría ha importado cantidades masivas de inmigrantes de Mongolia, Ucrania, Indonesia y otros países para trabajar en las fábricas y empresas de personas cercanas al gobierno. En condiciones precarias y totalmente explotados».

Desde la perspectiva feminista

Además de la xenofobia, la Ley de Política familiar ha recibido críticas por parte de los movimientos feministas. «Uno de los objetivos básicos de esta medida es la marginación de las mujeres. Es mejor que estén en casa y no tengan puestos de responsabilidad fuera de los domicilios», afirma Rodríguez-Aguilera. Y a esto se suman las consecuencias a largo plazo, resumidas por Petö en «el empobrecimiento de las mujeres».

La Ley de Política familiar incentiva a las mujeres a tener cuantos más hijos mejor. Maternidad a cambio de exenciones fiscales y beneficios económicos. Por ello, según Petö, podemos hablar de lo que los sociológos llaman "maternidad social": ser madre se está convirtiendo en una profesión. «La prioridad, como en tiempos pasados, es que las mujeres sean madres».

La oposición húngara critica la medida

Además de los movimientos feministas y en defensa de los migrantes, la propia oposición húngara critica y valora negativamente la medida. «Es inmoral porque el rol del gobierno no debe ser decidir con quién vivir, con qué persona o qué se hace en la vida privada», reconoce, en declaraciones para la SER, Peter Ungar, diputado en la Asamblea Nacional de Hungría por Los Verdes. Sin embargo, este partido votó a favor de esta Ley, «porque en Hungría hay un grave problema de despoblación». Opiniones y votos contradictorios, en el caso de este partido.

Desde que Orban viró hacia la ultraderecha, han surgido una serie de movimientos que buscan hacer frente a sus políticas. Es el caso de la Plataforma Momentum, cuyo portavoz, Balzs Nemes denuncia que «estas medidas son discriminatorias para las personas con menos recursos. Las ayudas del gobierno no deberían dirigirse solo a la gente rica».

Objetivos electoralistas

En cualquier caso, sea para aumentar la natalidad, para frenar la inmigración o para volver a tiempos pasados, detrás de estas medidas, Orban persigue objetivos electoralistas. Julien Marsault, un periodista freelance que vive en Hungría e investiga la ultraderecha en Hungría, afirma que «Orban usa el discurso de la extrema derecha para permanecer en el poder. Intenta usar la histeria y el miedo cultural de los húngaros para crear más vínculos». Y esto, según Marsault, «puede verse en las políticas migratorias y familiares».

De momento, parece que las medidas están funcionando. Orban fue reelegido en un tercer mandato y, en la actualidad, tiene mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Y, a pesar de que Fidesz -el partido de Orban- ha perdido varias grandes ciudades en las últimas elecciones municipales, Rodríguez-Aguilera recuerda que «el primer ministro ha conseguido una bolsa de electores fieles».

Además de Hungría, la Polonia del ultraderechista Kaczynski ha puesto en marcha medidas similares. Sea por casualidad o no, a estos dos países, Polonia y Hungría, la Unión Europea quiso sancionar por incumplir los valores comunitarios y por la mala calidad de sus democracias. Polonia y Hungría, dos países a los que ahora, parece, la ultraderecha española tiene de referencia.

 
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