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Premios César

La actriz Adèle Haenel y la directora Céline Sciamma abandonan los César tras el premio a Polanski

El director, acusado de violar a al menos 12 mujeres cuando eran menores, optaba a 12 estatuillas

Miles de personas protestaron por el reconocimiento al realizador: "No al César para un violador"

Adèle Haenel en el momento en el que abandona la ceremonia de los Premios César junto a su compañera de reparto Noémie Merlant y la directora Céline Sciamma tras el premio a Roman Polanski como mejor director. / Francois Durand (Getty Images)

Madrid

Miles de personas se concentraron la pasada noche a las puertas de la sala Pleyel de París, donde se desarrolló la ceremonia de los Premios César. En el interior, la Academia del Cine Francés incluía entre sus nominados al director Roman Polanski

Polanski, acusado de violar hasta a doce mujeres cuando estas eran menores, había anunciado que no asistiría a la entrega de premios porque consideraba que recibiría "un linchamiento público". La última en denunciarle públicamente fue la actriz Valentine Monnier, quien señaló el pasado mes de noviembre que Polanski abusó de ella cuando tenía 18 años.

Los César de la vergüenza

La denuncia de Monnier se sumaba a las de Samantha Geimer en 1978 (por la que fue detenido y y condenado a 90 días de prisión), la de Charlotte Lewis en 2010, la de otra mujer identificada como "Robin" en 2017 y la de Renate Langer en 2018 entre otras, todas ellas acusan al director de haberlas violado cuando eran menores de edad. Desde 1978, la Justicia estadounidense mantiene una orden de captura. Sin embargo, pese a estar en el punto de mira, el realizador optaba en la noche del viernes a 12 estatuillas por su última película "El oficial y el espía". 

"Los César de la vergüenza", gritaban en las inmediaciones del recinto miles de mujeres. Entre pancartas que señalaban: "Polanski violador", "¿Por qué Polanski aún tiene una carrera?", "Yo te creo" o "No al César para un violador", la nueva cúpula directiva de la Academia del Cine en Francia premió al director. 

La propia Academia sufrió una "renovación completa" hace dos semanas, al dimitir en bloque sus miembros tras las críticas que les tachaban de falta de paridad y transparencia. Su nueva directora fue nombrada tan solo dos días antes de la ceremonia. La productora Margaret Menegoz asumió el miércoles el cargo en sustitución de Alain Terzian de manera temporal.

Doce problemas

Esta gala fue "la última de una época y la primera de otra", afirmó la presidenta de la ceremonia, la actriz Sandrine Kiberlain, quien se mostró crítica desde el inicio de la misma. También crítica fue la presentadora de la gala, Florence Floresti: "¿Qué hacemos con Popol? Sabéis bien de quién hablo. ¿Aplaudimos o no? (...) Vamos a tener doce problemas esta noche", dijo al inicio en referencia implícita a Polanski y a sus nominaciones.

Finalmente, el realizador fue premiado como mejor director. Los gritos en las inmediaciones y en las redes sociales se alzaron, y también lo hicieron en el interior de la sala. Sentadas entre el público, la actrices Adèle Haenel y Noémie Merlant, y la directora Céline Sciamma, se levantaron de sus asientos cuando el nombre de Polanski apareció en pantalla. Las tres abandonaron la ceremonia en directo. A su salida del patio de butacas, Haenel llegó a gritar "Vergüenza" y "Viva la pedofilia" en tono de repulsa. 

Adèle Haenel fue la primera actriz francesa en denunciar abusos dentro de la industria. Lo hizo dos años después de que el Movimiento #MeToo se pusiera en marcha. La protagonista de 'Retrato de una mujer en llamas' (dirigida por Sciamma) acusó en noviembre de 2019 al director Christophe Ruggia por tocamientos y acoso sexual cuando comenzaba en el cine, siendo menor de edad.

"Reconocerle es escupir a las víctimas"

En una reciente entrevista para The New York Times, la actriz aseguró no haberse sentido preparada para compartir su denuncia antes. "Me llevó mucho tiempo recorrer el trayecto personal para llegar a considerarme víctima. Tampoco creo que me moviera de manera más rápida que la sociedad francesa", aseguró. Precisamente fue el Me Too lo que le hizo darse cuenta de que la suya "no era una historia personal, sino una que muchas mujeres y niños arrastran".

Haenel pidió entonces más apoyo a las mujeres "que alzan la voz", y apuntó en ese sentido que "no tenemos nada que ganar cuando denunciamos, las consecuencias en nuestra vida privada son muy negativas". Para la actriz dos veces premiada con el César, reconocer a Polanski "es escupirle en la cara a todas las víctimas. Es decir que violar a las mujeres no es tan malo". 

La ley francesa considera que la violación es el acto sexual cometido con violencia, sorpresa o bajo restricción, es decir está enfocado en cómo actúa el violador, no considera la ausencia de consentimiento de la víctima. "¿Qué pasa si durante el ataque la víctima está en conmoción total? ¿Cómo buscas justicia?", apuntaba al respecto Haenel. 

En referencia a cómo se ha desarrollado el Movimiento MeToo en Francia, la actriz aseguraba que el debate se centró "en la cuestión de la libertad de importunar (de los hombres) y en el supuesto puritanismo de las feministas. Pero el abuso sexual es abuso, no libertinaje". 

 
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